¡Hola a todos! Llevo un tiempo meditando una serie de episodios acerca de una historia muy interesante que ubicará a muchos personajes para los futuros libros de mi saga “Diario de los últimos días en la tierra” que ¡ya está a la venta en formato físico! y para celebrar este gran acontecimiento, les compartiré todos de forma totalmente gratuita esta serie llamada Kandy. La periodicidad será de aproximadamente un mes a mes y medio ya que intentaré hacérselos llegar con la calidad profesional que merecen.
Me emociona mucho algo tan grande con todos ustedes y espero de todo corazón que los episodios les gusten y los compartan si es que son de su agrado, ya que esto me ayudara mucho como escritor en un futuro.
Sin más preambulos, les presento a
Kandy -La saga-
Disfruten el viaje.
Episodio 1: La petit mort
KANDY
EPISODIO 1: La petite mort
El sonido del aullido de las sonoras sirenas de los autos de policía aún se escucha entre los muros, mientras parpadeo observo como me dirigen a una oficina quizá más pequeña y oculta dentro de la estación de policía local. Era un hecho, estaba detenido, mis días de libertad habían acabado.
Al entrar me encuentro con la clásica mesa de interrogatorio cuadrada hecha de aluminio, un par de sillas una frente a la otra; que poco original. Lo único que había faltante eran esos curiosos espejos que reflejaban para no poder mirar quien te observabas mientras tu solo confesabas tu condena.
El oficial me empuja con fuerza hasta la silla y sin un poco de gentileza me obliga a dejarme caer sobre la silla y me da un inadvertido golpe en la nuca con algo.
—Es solo para que entiendas lo que te espera- Dice aquel oficial de policía de voz aguda y nasal, esa clase de voz que no intimidaría ni a un ratón, era seguro que por eso me había golpeado.
Suspire al momento que el oficial me dejaba con mi soledad mientras aún escuchaba algunas sirenas de policía aproximarse al lugar. Levante mi rostro y observe la bombilla en la cual revoloteaba una pequeña polilla alrededor de esta.
—Vuela…Pequeña polilla…Vuela mientras puedas- Dije al aire
Pasaría un buen rato solo, tal vez cuarenta o cincuenta minutos, los menos largos que había sentido desde hacía mucho tiempo, quizá era que por fin volvía a tener una percepción del mundo como era, la percepción de la realidad más colorida.
Finalmente, la angosta puerta de acero se abre y me muestra mi nuevo amigo, un oficial de quizá un metro setenta o un poco más, bigote abundante y con algunas canas disfrazando esa aguileña nariz que tenía un horrible lunar grande en la punta. Rostro alargado, de tez amarillenta, ojos pequeños, casi como dos aceitunas negras sin hueso, su cabeza cubierta por un sombrero fedora de color gris claro encintado alrededor por un grueso listón de un color más oscuro.
La blanca camisa desabotonada en el primer ojal partiendo desde el cuello me decía que había trabajado horas de más; quizá ya habría bebido un par de cafés para soportar la faena de otro día en la comandancia, incluso podía ver en el cinturón que había corrido la hebilla un poco para sentirse más cómodo.
—Ah… Otro idiota que fastidio el día- Dice el hombre con un tono de voz ligeramente grave y potente
Ni si quiera respondo, sé que es una provocación clara para que le haga más fácil su trabajo, pero se equivoca, por el contrario, lo que deseo es que tarde mucho en llegar a casa y poderse poner esas cómodas pantuflas forradas en piel vacuna y borrega para después darle un beso a su esposa y sus hijos.
—Cuando te hablo, me miras a los ojos, mequetrefe- Dice el hombre mientras sujeta mi mentón y acerca su rostro al mío para mostrarme esos amarillentos y largos dientes.
Hago un pequeño ruido en señal de burla y tan solo dibujo una sonrisa en mis labios, sé que eso lo sacara de sus cabales un instante pero tan solo emite un quejido y poniendo la silla de lado se deja caer y después de su bolsillo una cajetilla de cigarrillos mentolados.
Tras encender el suyo estira la mano hacía a mi en señal de ofrecerme un cigarrillo. He de aceptar que me siento tentado, se que la noche será larga y no tendré mucha oportunidad de fumar en los próximos días.
Acepto asintiendo con la boca y el hombre de mala gana saca uno y lo pone en mi boca para después encenderlo comprendiendo que no puedo mover mis manos por las esposas.
—Entonces…¿Por qué la mataste?- Dice el policía sin perder más tiempo.
Suspiro e inhalo un poco del amargo sabor del cigarrillo, quizá el hombre tendría por costumbre guardar los cigarrillos en el bolsillo de su saco o su camisa pues puedo sentir el aroma de un poco de colonia para hombre, una colonia sobria, con un cierto aroma a hierbabuena y tal vez a romero.
Exhalo el humo del cigarrillo y hábilmente lo muevo hacia la orilla derecha de mi boca para poder hablar.
—¿Matar a quién?- Dije con fuerza y seguridad
El policía exhala directo a mi rostro y después da un fuerte golpe en la mesa y gritarme
—¡Me estoy portando gentil y me escupes en la cara! ¡No te hagas el imbécil, hay claros rastros de que estuviste en la escena del crimen durante mucho tiempo y todavía tienes la osadía de preguntar ¿matar a quién?-
Lejos de asustarme su golpe en la mesa lo único que provoca es que brinque un instante por el sonido y deje escapar ese gas que llevaba aguantándome desde que estaba en el auto de la policía y que debido a la presión sale con un potente sonido como si arrastraras una mesa.
De inmediato el olor de mi gas comienza a esparcirse por todo el pequeño espacio y no puedo evitar reírme mientras que el hombre se tapa la nariz y se aleja diciéndome
-¡Por Dios! ¡¿Tienes una idea de donde estás?! ¡Podrías al menos fingir un poco de modales! Pero en fin…Hablemos en serio chico, puedo ver en tu rostro que no eres una mala persona, no te hagas el interesante…Suelta la sopa, ¿Por qué mataste a esa chica?-
Muevo mis labios astutamente una vez más para dejar caer la ceniza del cigarrillo y aspiro un poco más. Definitivamente el aroma de su colonia no era de mi agrado, pero no podía hacer mucho; al menos mi último cigarrillo sería con un aroma peculiar.
-Es que te estoy respondiendo la verdad…No sé de qué me hablas… ¿Cómo te llamas oficial? Disculpa si te soy un poco directo, pero me gusta tratar por iguales a todos, nada personal ¿Sabes? –
El oficial suspira una vez y acomoda su sombrero hacia atrás para después cruzar la pierna derecha sobre la otra.
—Soy el detective Samoada, George Samoada-
Juraba que esta situación me asemejaba mucho a aquellas películas en blanco y negro de los años treinta o cuarenta, con una entrada de Jazz con un piano y bajo por acompañamiento, algo de un tiempo lento y hasta cierto punto sensual mientras aparecían en letras gordas y garigoleadas el título de la película en cuestión.
-Escucha, Detective Samoada, quisiera cooperar, pero…Me temo que conozco mis derechos y sé que tengo derecho a guardar silencio y en segunda…Que tengo derecho a un abogado así que quisiera llamarle a mi abogado para que llegue lo más pronto posible, entonces tal vez habrá una charla, pero entre él y yo…Insisto, no lo tomes personal-
La cólera se podía ver exhalar a través de su nariz y sus ojos, me miraban con la rabia de aquel hombre que solo deseaba salir del trabajo. Pero, hoy no, no era su día de suerte, además era miércoles, todos odiamos los miércoles.
-Si así lo quieres así será, pero déjame advertirte una cosa muchacho…No nos agrada que nos hagan perder el tiempo, pudiste haber llevado una noche tranquila, estar en una celda solo y con una cobija con pocas pulgas y un retrete con poca mierda…Pero lo elegiste mal, recuerda que hay consecuencias-
Tan solo sonrío mientras siento como arranca de mis labios el cigarrillo y lo tira al piso molesto. Es una pena, apenas iba a la mitad.
El hombre sale de la pequeña habitación y me deja en mi soledad otra vez, ahora los únicos presentes en la habitación era la polilla, el aroma de mi maloliente gas mezclado con el del cigarrillo y yo.
-Lo siento por lo del gas amiga polilla…El pollo con curry no me cae muy bien-
El detective no tardaría demasiado en volver y sin decir nada me jala de las esposas para llevarme hasta un teléfono que hay empotrado a una pared. El teléfono de un brillante metálico me dice que debo seleccionar sabiamente los números que presionaré.
Miro fijamente antes de volver mi vista al detective y señalarle lo obvio, no podía teclear con las manos esposadas.
-No cabe duda que eres uno de esos…- Dice George mientras saca una especie de ganzúa y libera mis muñecas las cuales por instinto masajeo un poco para aliviar la tensión.
-Apúrate, no es un centro social aquí- Añade el oficial un tanto disgustado.
—Si no te importa…Soy un poco tímido en la línea, así que prefiero hacer…tú sabes a solas… El abogado de uno es como el médico o el cura de la iglesia, conocen toda tu vida y toda tu verdad así que…Tu entiendes-
George lanza una carcajada que a leguas noto es sarcástica y descolgando la bocina del teléfono me la estruja en la oreja mientras responde
—¡Ya basta chiquillo insolente! ¡¿Cuántos años tienes?! ¡¿veinte?! ¡No me vengas con esa soberbia como si conocieras el mundo!…Es la última vez que seré condescendiente contigo…Tienes cinco minutos para hacer tu llamada…No se te ocurra hacer nada estúpido-
La única razón por la que había hecho enfadar un poco más a George era para hacerle olvidar que sus pantuflas se quedarían frías esta noche, en realidad le estaba haciendo un favor, solo que no lo podía ver. Hoy la esposa de George no se podría quejar porque no tiene dinero o porque tal vez su hijo, Georgie Jr lo volvieron a apalear los brabucones porque no les quiso dar el emparedado de jalea de frambuesa que con tanto cariño le hizo mamá. Era un gran favor, quizá incluso lo libraría de la frustración de querer tener un desenfrenado sexo con su esposa para desahogar el día y que ella en vez de eso le dijera que le duele la cabeza y que no olvide que el sábado es el cumpleaños de su suegra.
Siete, cuatro, dos, nueve, nueve, uno, uno, cero. La combinación mágica que me ayudaría a salir de este problema o por lo menos a que fuera un poco más llevadero.
Un tono, otro más, un último repique antes de conseguir una respuesta. La voz de la señora Anabelle se escucha al otro lado de la línea
—¿Hola? ¿Quién llama?—
—Señora Anabelle, que gusto me da escucharla ¿Cómo esta? —
—Muy bien hijo, ya sabes estos dolores que no me dejan en paz pero que le hacemos los viejos…-Tras decir esto puedo escuchar una pequeña risa por parte de la señora Anabelle y después un suspirar -¿Deseas hablar con Johnny?-
—Así es señora, lamento el infortunio de la hora, por cierto—
—Descuida hijo, sabes que eres como de la familia ¿Todo bien? Se escucha un gran alboroto donde estas—
Tenía razón la señora Anabelle había un gran alboroto y todo lo había provocado yo, pero no era momento de que conociera mis pecados así que decido mentir por mi bien.
—Espera un momento llamaré a Jhonny…Oh Que cabeza la mía, olvide que hoy saldría con Giussepe, ese muchacho es muy gentil también, me encantaría que fuera de mi familia es una pena que no tenga hijas ¿no lo crees?—
Correcto señora Anabelle. Giussepe era tan buen muchacho que hacía siete años había decidido meterle el pene por el trasero a su hijo, pero usted no tenía por qué saberlo. Al menos eso es lo que podría haber respondido, pero en su lugar decido jugarme algo más seguro.
—Entiendo señora…¿Puedo pedirle un favor? Es que tengo un asunto un tanto importante que discutir con Jhonny…¿Podría llamar a casa de Giussepe y ver si aún esta con él? Si es así podría decirle a Jhonny que venga a buscarme a donde los bicolores en el centro de Mirabille-
La señora Anabelle se queda en silencio un instante, espero que pueda localizar a Jhonny, el es mi única salvación hasta este momento.
—Ah…Si claro hijo en un momento le llamo a donde Giussepe aunque no entiendo muy bien que quieres decir con lo de los bicolores en el centro de Mirabille ¿Es algún restaurante?-
Estoy a punto de reír ante la ironía de la ingenuidad de la señora Anabelle pero tan solo cierro los ojos e intento relajarme un poco.
—Si señora, no en realidad es…Es un bar, es solo que me encontré con muy buenos amigos aquí y me gustaría que Jhonny nos acompañara, hay algunos rostros que seguramente reconocerá con certeza. Solo recuerde decirle tal cual el mensaje para que sepa donde me encuentro, el sabrá como llegar.
—Si si…Los tricolores en Mirabille-
Golpeo mi frente ante la ineptitud de la pobre señora Anabelle. Tan solo tenía sesenta años, no era como que estuviese totalmente senil.
—Eh…Bicolores señora, bi-co-lo-res…Dos colores-
—¿Dos colores o bicolores? Joshua me estás confundiendo un poco hijo ¿Estás muy tomado acaso? No es bueno que andes solo bebiendo en miércoles, a mi marido por eso un día lo despidieron de la empacadora…Además eres muy jovencito-
No soporto la risa y esta vez dejo escapar un par de carcajadas levemente sonoras y me recargo en el muro de concreto de un blanco sucio mientras intento pensar en la forma de aclarar las cosas con la señora Anabelle.
—No…Escuche, solo dígale a Jhonny que me busque en el centro de Mirabille, el sabrá como encontrarme-
—No no no hijo dime el recado bien…Dos colores ¿Verdad?-
—Si…señora Anabelle…Dos.- Respondo con desgane
Esta situación era una mala comedia sin fin y comenzaba sentir la mirada amenazadora del detective mientras que yo dialogaba con una inteligencia casi nivel animal así que sin más decido terminar esta boba conversación.
—Ah…Si, justo eso señora Annabelle, espero no demore mucho en contactar con Jhonny, es que mis amigos…son un poco impacientes y realmente están ansiosos de hablar con él…Espero tenga muy buenas noches, le envío un caluroso abrazo-
—Tu también cuídate hijo, salúdame a tus amigos de mi parte también diles que si gustan venir a beber una taza de café más tarde pueden hacerlo con gusto aquí en el comedor…Jhonny trajo hace un par de días unas galletas que están deliciosas—
—Lo pensaré, gracias señora Annabelle, hasta luego.
Después de esa frase decidí colgar la bocina, ya había desperdiciado mucho tiempo gracias a la señora Annabelle y la mirada de más de un oficial se cernía sobre mí. George de inmediato se acerca a mí y colocando las esposas por detrás de mí me dice
—¿terminaste tu llamada romántica? ¿Te parece gracioso burlarte de la policía dentro de su territorio? Quizá necesitas que seamos un poco más severos…Por tu bien espero que si hayas llamado a tu abogado o abogada…-
Tras permanecer en silencio, como lo había planeado me deje llevar por la agresividad ficticia del detective hasta llegar de nuevo a mi improvisada celda.
El detective comprendió que de mi boca no saldría nada hasta tener algo planeado con mi abogado y eso desde luego no le agradaba sin embargo no había más remedio y antes de salir del lugar.
—Te avisaremos cuando llegue tu abogado…-
La puerta se cerró detrás del hombre y lo único que quedó en el lugar éramos la polilla, yo y mi interminable cantidad de gases que expedía a manera casi cronometrada. Estaba contento de al menos darle un recibimiento digno a cualquiera de los siguientes oficiales que se acercase a mí para pedirme algo.
El ruido de la comisaría era algo bastante notable, era claro que desde hacía mucho tiempo no tenían un caso así. Uno que despertara conmoción podía imaginar la radio y los tele noticieros anunciando con gran furor la situación que había suscitado hacía algunos momentos. Me sentía orgulloso, no era para menos.
Seguro que Jhonny llegaría en la madrugada, si estaba con Giuseppe era de esperarse que atendería primero los asuntos que tuviera con él y después los que vinieran conmigo, tan solo esperaba que Giuseppe fuera un eyaculador precoz para que no tardara demasiado Jhonny, de lo contrario para cuando Jhonny llegara posiblemente estaría muerto por la cámara de gases que estaba creando.
El alboroto poco a poco fue descendiendo de niveles sonoros afuera y yo fui perdiendo la noción del tiempo ¿Qué más daba si echaba una ligera siesta mientras llegaba? No es como que tuviera mucho que hacer; de hecho tenía todo el tiempo del mundo ahora, era bastante agradable saber que estaba absuelto de toda responsabilidad al estar aquí.
Un nuevo alboroto se escuchó al momento que despertaba y mi cuello me avisaba que debía buscar una mejor posición para dormir o me iba olvidando de él. Gritos y barullos se escuchaban del otro lado de la puerta, era interesante ¿Podría haber pasado algo peor que lo mío?
Presto atención atentamente al sonido de afuera para enterarme un poco de lo que sucede, después de todo si alguien intenta volar este lugar en pedazos preferiría al menos intentar esconderme para no terminar como carne molida.
La vida termina desilusionándome al momento que escucho los gritos de Jhonny esparcirse por todo el lugar
—¡Josh! ¡Josh! ¡¿Dónde estás amigo?! ¡Ya te dije que no me agarres salvaje! ¡Ay suéltame ya! ¡Josh amigo grítame aunque sea puta madre! –
Sonrío inadvertidamente mientras agradezco que mi abogado haya llegado y atendiendo a sus indicaciones tomo todo el aire que puedo con mis pulmones y dejo escapar un grito fuerte
—¡Johnny! ¡Por aquí! –
Escucho los gritos acelerarse a medida que vuelvo a llamarle un par de veces más. Escucho correr varias veces a algunas personas y después los gritos desesperados de la voz afeminada en propósito de Jhonny. Finalmente parece que las cosas se calman y termino escuchar los pasos acelerados de unos zapatos de tacón.
Que pena, pensé que al menos Jhonny con toda su astucia habría podido pasar sin problemas. La puerta se abre y lo único que puedo dejar escapar es una larga carcajada.
—¿Jhonny?- Digo mientras observo a la persona que está frente a mí y al molesto detective George quien está a punto de estallar colérico.
—Jenny amigo, Jenny. Hoy soy como la maripos…Puta madre Josh ¿Te cagaste? Huele a mierda aquí-
Tan solo suelto otra carcajada la cual hace eco por todo el pequeño cuarto y niego con la cabeza. Jhonny viste un entallado vestido de lentejuela roja, unos zapatos de quizá doce o veinte centímetros pero que sin lugar a duda lo hace ver sumamente ridículo debido a su gran estatura.
Jhonny desde que lo conocí es homosexual, declarado y además reafirmado quizá setecientas veces siete, sin embargo, esta era la primera vez que lo miraba disfrazado de mujer. Sus peludas piernas estaban cubiertas por unas medias de red de color carmesí intenso y su gran espalda adornada con una especie de imitación de piel de zorro haciendo que su cuello se disimule en gran cuestión.
-Pero que barbaridad Johnny…- Digo sorprendido mientras aún admiro su producción.
—Jenny ¿Qué no escuchaste? ¿eres pendejo o qué? Ay déjame sentarme que estos tacones me están acribillando-
Mientras Johnny o mejor dicho, Jenny tomaba asiento en la silla el detective George tan solo mira estupefacto y dirigiéndose a mí con cierta decepción me dice
—Te dejo con tu…Abogado o abogada…Par de payasos-
Johnny voltea rabioso y quitándose un zapato lo lanza directo al oficial quien encogiéndose lo esquiva y añade con un tono grave y varonil
—Abogado imbécil, con dos maestrías en criminalística y un doctorado en proceso de derecho civil moderno, así que cuida tus palabras que gano más que todos ustedes….Muertos de hambre, perros.
Era cierto, la homosexualidad de Johnny era igual de grande que sus grados académicos y es que no conocía a alguien más capaz en el ámbito del derecho que no fuera Johnny.
—Ay a ver ahora sí que paso mi amor ¿Qué hiciste? Aparte de cagarte encima, en serio Josh ya deja de tirar pedos aquí que esto huele asqueroso…¿Te importa si fumo? No verdad de hecho le hace falta un poco de humo a esto. ¿Quieres uno? Si verdad, pero son mentolados eh amiga, ya sabes que ante todo la actitud-
Toda esta letanía directa había desencadenado en una sonrisa en mi mientras observaba la peluca rubia de Johnny despeinarse sobre su piel morena mientras buscaba en su pequeño bolso de dama los cigarrillos y los sacaba ofreciéndome uno y poniéndomelo en la boca.
—Ay que pendeja como lo vas a encender…A ver te lo enciendo mi amor-
Johnny me arrebata el cigarrillo y lo coloca en su boca para encenderlo y regresármelo ahora adherido con su prominente labial de color purpura. Admirar el maquillaje de Johnny era una gran y fascinante tarea, el colorete en sus pómulos, las pestañas postizas y las sombras de color azul celeste lo hacían digno de un show de payasos.
-Y bueno papi a ver dime que hiciste, ¿Sabes que hoy era mi concurso de pasarela? ¿Me lo perdí por tu culpa idiota, hasta ya me había escondido al amigo para que no se me saliera un huevo mientras concursaba con el vestido? Pero en fin a ver qué pasa-
—¿No te dijeron nada los oficiales sobre mi situación?- Respondo mientras exhalo un poco del humo mentolado del tabaco
—Ay no les creas nada a esos simios ridículos…Lo que si es que escuché en la radio del taxi que encontraron muerta a una muchachita en un departamento y que se armó un gran tiroteo ¿Estuvo feo no amigo? Pero a ver dime que pasó-
—Pues eso amigo…-Respondí con toda sinceridad
-¿Eso que? No seas pendejo…Dime ya ¿Robaste? Si seguro te atrapo la policía si tú eres muy pendejo ni correr sabes, de chiquito te chocaban las rodillas cuando corrías ¿Te acuerdas? Te decían el piernas locas ¡Ay era tan gracioso! – Dice Johnny mientras se carcajea un poco
—Eso que acabas de decir, lo que escuchaste en la radio-
Johnny deja caer su cigarrillo al piso de la impresión mientras abre sus ojos grandes y hace un ruido de espanto
—No jodas amigo…ay no…En serio…¿tu? Pero si no puedes matar a una araña sin que te tiemblen las manos…—
—Pues ya ves que si- Respondo con desgane mientras espero nadie este escuchando esta conversación
—¿Pero a quién? No a ver espérate…No jodas amigo ¿Mataste a Kandy? Ya te había dicho que esa tipa no me daba buena espina, que la dejaras en paz si ella ya te lo había pedido. ¿Pero por qué amigo? Ay que idiota eres si hay un montón de putas allá afuera Kandy no era la única amigo…Ay no…Amigo en la cárcel te violan…¿Por qué no me dijiste que la matara yo? Al menos hubiera gozado el castigo amigo…-
—No, se…Me agarro de malas- Respondí sin mirarle a los ojos.
—Josh, mírame a los ojos y dime “YO-MATE-A-KAN-DY”—
Johnny me conocía demasiado bien, habíamos sido amigos desde hacía tantos años que podía detectar con claridad que algo no encajaba en mí.
Mirarlo a los ojos es bastante complicado y sobre todo por el hecho de que verlo tan cambiado como nunca me resultaba sumamente gracioso.
—Yo…Mate…A…Kandy; vamos Johnny mira necesito que ahora me ayudes, sé que es prácticamente imposible con todos los cargos que me van a dar que vuelva a ver la luz del día en plena libertad, pero quizá que me compraras todo el tiempo que pudieras para obtener los menores años posibles—
Johnny inhala fuertemente a su cigarrillo y después gira los ojos molesto. Tal vez me equivoque pensando en que el fuera el indicado para esto, pero quizá al menos podría ser un buen principio y después pensar en cómo conseguir un abogado
—¿Pero qué paso amigo? No entiendo, ¿Por qué lo hiciste? Digo mi trabajo es defenderte y si es necesario decir que la mataste sin querer lo decimos, pero quiero saber la verdad además ¿Todos los cargos? ¿Qué más hiciste? Explícate que no entiendo nada ridícula-
No podía relatarle las cosas tal cual pasaron, sabía que aún no era momento porque probablemente Johnny haría un alboroto o probablemente huyera despavorido por toda la malicia con la que actué.
—Es complicado y muy extenso y creo que no tenemos mucho tiempo para eso ahora Johnny pero…Bueno, te diré la verdad y te estoy siendo tan honesto como que debajo de ese vestido hay una grande salchicha que nadie quiere mirar- Tras decir esto sonrío y noto la molestia en Johnny, me agradaba molestarlo.
—Deben ser al menos cinco policías muertos…o seis no se no estoy muy seguro de ese último. Te seré puntual sobre lo que debes saber. Mate a Kandy por la tarde, sin embargo, no contaba con que uno de sus amigos por algún extraño motivo tenía llaves de su apartamento y mientras yo me estaba haciendo cargo del cuerpo me observo y salió huyendo poniendo el cerrojo a la puerta de salida. Al instante llamó a la policía y lo único que se me ocurrió fue intentar huir. Si tardaron cinco minutos en llegar la policía fueron muchos; Kandy vivía en el sexto piso de los apartamentos que estaban sobre la calzada despertar y para mi mala suerte las salidas de emergencias no servían muy bien así que tome el arma con el que maté a Kandy y abrí la puerta disparándole, después baje las escaleras y en el primer piso aproveché una puerta abierta de uno de los apartamentos para entrar y por la primera ventana que pude me lancé. Obviamente los policías ya revisaban la zona así que no tuve más opción que dispararles y comenzar a huir para intentar ocultarme dentro de una de las tiendas de conveniencia, pero antes de que pudiera hacerlo comenzaron a dispararme y asustado tire el arma y me deje arrestar. Listo ahí está todo lo que debes de saber-
Johnny me miraba de una forma que estaba seguro nunca lo había hecho antes, era una mirada de tal vez decepción o de tristeza pero mientas terminaba su cigarrillo y yo el mío, lo retira de mi boca y los tira al suelo para pisarlos y extinguirlos. Tras suspirar Johnny se acomoda el cabello de una forma exagerada agitándolo un par de veces para después cruzar su pierna.
—Joshua Savinto. ¿Tienes una idea de lo que hiciste? ¿Por qué amigo? No entiendo… Eres joven, tienes…o más bien tenías un gran empleo, vienes de abajo amigo, ¿Cuánto trabajo te costó tener lo que tienes? Acababas de comprar tu apartamento y tu auto…Tú me lo dijiste amigo, por fin la vida estaba siendo buena contigo ¿Por qué echaste a la basura todo? ¿Ya notificaste a tu abuela que estas detenido? Ay amigo en serio no te entiendo ¿Te amenazaron para que la dejaras? ¿Qué carajos amigo?-
Tenía razón en todo Johnny, no tenía idea de lo que había hecho, en general no tenía ni idea de lo que estaba por venir, jamás había ni si quiera visto una comisaría de policía por dentro, mucho menos tenía una idea de los procesos legales o lo que me iba a suceder. Era cierto, venía del arrabal, de las más pobres colonias y había trabajado tan arduamente para terminar mi licenciatura, había conseguido un trabajo digno, había comprado mi apartamento en una zona medianamente buena y tenía un auto que quizá aún estaría pagando por varios años, aunque ahora no importaba ya, seguramente todo lo embargarían y quedaría más que saldado.
Pero mi abuela era otra cosa, ella era quien me había criado desde los catorce años después de que mamá y papá fallecieran cuando el bus en el que viajaban se fuera al barranco en la carretera que llevaba a La Piedad.
Mi pobre abuela con trabajos andaba y solía ocupar mi ayuda para la mayoría de sus tareas, ahora probablemente sufriría más de lo que ya había tenido que sufrir, pero también lo había meditado; había meditado que la abuela de nombre Selene Rubalcaba no volvería a ver a quien había llamado hijo desde hacía más de diez años; que él ya no le llevaría esos finos y ricos chocolates que tanto le gustaba o que ni si quiera le frotaría las piernas con crema para intentar mitigar un poco sus tantas dolencias por una vida llena de trabajo y desdichas.
Tras un breve silencio entre los dos, avergonzado ante las palabras de mi amigo respondí cabizbajo
—Si…Lo se Johnny pero así tenía que hacer…No aún no he querido llamar a mi abuela, quizá sería mejor que jamás lo supiera, tal vez la embargaría una pena de la que jamás podría salir…Sería mejor que pensara que el ingrato de Joshua se olvidó de ella entre su nueva vida de lujos y hedonismo. Y no…Nadie me dijo nada amigo, simplemente a veces los hombres buenos también perdemos la cabeza—
—Si tú lo dices…Aunque sé que hay algo más por lo que hiciste algo tan…Estúpido como lo hiciste Joshua, tiraste todo a la basura…Pero no te voy a dejar solo, prometimos estar juntos en todo, ya ambos conocimos las fauces de la vida amigo, así que no tengas miedo, haré hasta donde pueda para ayudarte pero será mejor ponerme a trabajar-
Ambos sabíamos que a partir de este momento la relación de amistad y hermandad que habíamos jurado Johnny y yo en nuestra adolescencia estaba terminada. Aquel pacto ingenuo de que nunca nos daríamos la espalda y que estaríamos para lo que fuera terminaría y era porque yo había fracturado aquel tratado, ya no habría un Joshua para cuando Johnny quisiera relatar sus locuras sexuales o que lo acompañara a hacer alguna locura con su gran legión de amigos, incluso ni si quiera esos desayunos de los domingos donde ambos podíamos ser totalmente nosotros y permanecer en silencio sin sentirnos incómodos.
En verdad había jodido mi vida pero no era momento para agachar la mirada, estaba orgulloso de lo que había hecho, al final sabía que lo había hecho bien.
—¿Y bien?- Respondo mientras intento no tener que mirar a Johnny derramar algunas lágrimas por sentimentalismo.
—Bueno…Primero amigo, necesito que me digas algo muy importante ¿Tienes dinero? Algo así como…Tus reservas de emergencia o no lo sé, dinero del que pueda disponer de inmediato antes de que sea imposible por tu situación legal-
—Sí, tengo creo que más que suficiente ¿Te preocupa tu pago?-
Johnny me da un fuerte golpe en el hombro y responde
—No idiota, lo que menos me importa es si me pagas o no…Es para los sobornos, necesitaré sobornar a media comandancia si quiero saber cuáles son los cargos que te están imputando. Mataste a sus compañeros, te van a querer cargar todos los delitos cometidos en la ciudad…Se moverme muy bien entre los policías, pero van a querer bastante por ser tú, así que en cuanto mejor armado vaya mejor, sabes que no te voy a robar amigo-
Confiaba tan plenamente en Johnny desde hacía tanto tiempo que tenía seguro que lo que me decía era verdad y no para forrarse de dinero, aunque también por conocerlo tan plenamente estaba seguro que no lo iba a administrar de forma sabia y que, en el primer impulso, arrojaría los billetes como si fueran migas de pan a los pichones.
Sin embargo, ya suponía que para que mi abogado trabajara necesitaría dinero y como hacía ya algunos meses estaba tan repleto de dinero, no me importó en el momento de comenzar a actuar.
—Escucha, necesito que contactes a una persona, él es quien tiene gran parte de mi dinero, pero tienes que ser sumamente discreto, en mi apartamento debe de haber casi veinticinco mil dólares americanos, están ocultos entre mi colección, será fácil que los encuentres –
Johnny se quita la peluca al escuchar mi revelación. Veinticinco mil dólares americanos era apenas una pizca del montón que había logrado acumular, pero que ya no ocuparía mucho más, sin embargo a cualquiera que le dijera esa cantidad de dinero seguro caería de espaldas, era una cantidad que en Mirabille pocos de los más ricos serían capaz de tener de manera inmediata.
—¿En qué carajos estas metido Joshua?- Dice Johnny con su voz masculina y nada afeminada
—En nada amigo, simplemente se hacer negocios…Acércate, necesito que contactes a la persona que te comento…Digamos que no quiere visitas de los amigos azules ¿Entiendes no?-
Johnny sin decir nada se levanta y caminando torpemente con su único zapato de tacón agacha la cabeza y la acerca a mi rostro. Tras decirle el nombre y la dirección donde podría encontrar a mi contacto Johnny se coloca la peluca y negando con el rostro responde
—¿Por qué nunca me hablaste de esto? Todo este dinero amigo…Ahora menos entiendo lo que está sucediendo, pero bueno me pondré en marcha además de que necesito orinar y me va a tomar casi treinta minutos poder quitarme toda la tela adhesiva que me puse para poder sacarme el pito-
—Está bien, espero que continuemos en contacto- Respondo con satisfacción mientras abre la puerta y mirando atrás una última vez y me dice
—Se inteligente amigo, usa la cabeza, eres bueno en eso así que…Por lo pronto solo no respondas a ninguna pregunta, ahorita me asegurare de que te dejen en una celda provisional de la comisaría y en cuanto tenga nuevas noticias vengo a visitarte-
Así salió mientras miraba como el detective George había decidido quedarse junto a la puerta y al instante que Johnny pone un pie fuera le devuelve su zapatilla con una falsa sonrisa y ambos comienzan a caminar lejos dejándome de nuevo en mi encierro.
La polilla que antes con tanta diligencia golpeaba la bombilla de la habitación sorpresivamente cae sobre la mesa y apenas aletea torpemente mientras le observo mover sus delgadas y múltiples patas.
—hmm…Lamento haberte sofocado con todo ese aroma a cigarrillo, pero son momentos complicados- Digo a la polilla quien apenas ahora se mueve.
La polilla no moriría en todo el momento que estuve en aquella habitación pero observarla en lo que posiblemente era su agonía era un tanto entristecedor como mi posible futuro, sin embargo tanto la polilla como yo no teníamos más opción que intentar seguir viviendo pese a que saber algo oscuro y desalentador se mirara en el panorama.
Tras quizá una hora o un poco más el detective George regresaría con una expresión molesta y frustrada para decirme
—Muy bien chiquillo te ganaste una noche en la celda para crímenes menores, no deberías, pero tu abogada es más astuta de lo que pensé-
—¿Entonces ya decidió llamarla abogada? Que audaz detective…- Respondo sarcástico
El solo levanta un poco su labio superior en señal de desagrado y sentándose con pesadez sobre la silla y deja caer un sobre que contiene algunas hojas por lo que alcanzo a mirar de reojo
—Tenemos mucho trabajo así que ahórranos problemas niño. Te voy a hacer unas preguntas básicas como tu nombre y a que te dedicas, fuiste astuto al no traer identificaciones pero desgraciadamente investigaremos quién eres y eventualmente tendrás tu castigo ¿Entendiste? Así que afina bien el oído y responde fuerte y claro-
Tan solo afirme con un si y estiro mis piernas un tanto cómodo intentando desafiarlo
—¿Nombre completo?
-Joshua Savinto
—¿Edad y fecha de nacimiento?-
-Veinticinco años cumplidos. 16 de Abril…De 1972
—¿Estado civil? Si estás casado el nombre de tu esposa y la fecha de matrimonio. Por favor-
-Casado…Bueno…Viudo. Mi esposa acaba de fallecer…Espero que entiendas A QUE ME REFIERO… Su nombre era Kandy Frenezeco; fecha de matrimonio 12 de enero de 1997.
Puedo ver la ira acumulándose a través de los ojos del detective al escuchar esto.
—¿Ocupación?-
-Héroe legendario. Combato el crimen y salvo damiselas en desgracia
Finalmente llego al límite del detective George quien lanza eufórico el bolígrafo con el que rellenaba aquel formato y astutamente girando un poco mi cabeza logro evadirlo haciendo que se estrelle en el muro para gritarme
—¡Escucha de una vez imbécil! ¡Estás llegando a mi límite! ¡Estás detenido, asesinaste mucha gente inocente incluyendo a una mujer! ¡No te voy a decir lo que te haremos pero créeme, si me desafías una vez más!.. No te va a gustar-
-No señor policía malo por favor…no me haga cosas malas, yo solo no se lo que hago ni lo que digo- Respondo con gran sarcasmo
Para mi buena fortuna al lanzarme el bolígrafo este se ha partido en dos y el detective de muy mal modo termina sosteniendo solo el delgado cartucho en donde termina la punta de este y con torpeza lo sostiene para después mirarme retadoramente
—¿Ocupación?-
-…Gerente de finanzas de la capital-
De inmediato me mira molesto, pero por el contrario esta vez había sido honesto, si bien la mayoría de la gente no apostaba mucho por mí yo tenía dos únicos talentos en la vida, poder dibujar de una manera mejor que el promedio de la gente y ser bueno con todo lo relativo a los números. Podía resolver ecuaciones complicadas en segundos y podía sin problemas hacer cálculos mentales complejos de hasta veintiún cifras.
—Estoy hablándole con la verdad, gerente de finanzas de la capital-
El detective George lanza una carcajada mostrándome sus largos dientes y quitándose su fedora me muestra un abundante cabello negro peinado hacia atrás.
—¿Entonces eres un pez gordo del gobierno? ¿Por qué no has llamado a tus contactos? ¿Por qué no llamas a no se…El presidente? Oh…¿Sabes por que no lo harás? Porque es mentira lo que acabas de decir…¿A que te dedicas? No lo volveré a repetir-
Exhalo con desganas para después hacer una mueca y tras tomar bastante aire comienzo mi respuesta gritando
-¡GERENTE. DE. FINANZAS. DE. LA. CAPITAL SEÑOR DETECTIVE! –
George se levanta lleno de rabia y tomándome por el cuello lo presiona para decirme
—Te lo estas ganando chiquillo ¿Sabes que tengo un arma verdad? No me hagas usarla…-
Tras mi leve estrangulamiento este vuelve a su silla y comienza a enrollar con sumo cuidado las mangas de su camisa hasta que terminan en sus bíceps.
—¿Domicilio actual y tiempo de residir ahí?-
-Calle de la torre apartamento 9B segundo nivel-
—¿Antecedentes con la policía?
-Ninguno-
Al responder esto el solo lanza una discreta mirada de desconfianza y vuelve a mirar el papel
—Estatura y peso-
-Un metro setenta y cuatro. Noventa y dos kilogramos…creo-
—Bien…creo que lo demás del formulario no es necesario que lo llene frente a ti, iré por un cojinete entintado y marcarás tus diez dedos en la hoja que te indicaré. No hagas nada chistoso, aunque es un tanto complicado para ti ¿O me equivoco? –
No respondí, había llegado a desesperarlo lo suficiente para saber que ya me aborrecía y mientras lo miro irse suspiro largamente para imaginar lo poco que dormiré de ahora en adelante, un lujo que extrañare de la libertad.
Casi de inmediato volvería el oficial con aquel cojinete entintado y tras retirar las esposas de mis muñecas toma una de mis manos con fuerza y me indica como colocar cada uno de mis dedos y tras hacerlo me vuelve a arrestar.
—Hemos terminado, vamos a tu celda. Tienes derecho a permanecer en silencio si lo deseas o si por el contrario deseas confesar algo acerca del motivo por el que estás detenido te será llevado a esta misma sala y todo será grabado en video y audio y podrá ser utilizado como evidencias para los próximos juicios y procedimientos jurídicos en tu caso ¿cómprendiste?-
Asiento y permito que me dirija el hombre del cual me había burlado en exceso. Al salir sorpresivamente aún puedo ver a varios policías caminando rápidamente así como la luz de las torretas de policía reflejarse por los cristales.
Todos me miran de inmediato y pese a que me siento terriblemente intimidado les miro y les devuelvo la sonrisa más cínica y fingida que mis labios pueden generar.
La respuesta no se hace esperar y el odio de los policías se emana por sus ojos prometiéndome que toda la justicia caería sobre mi sin piedad alguna; ya veríamos eso.
Tras varios pasillos y puertas de seguridad llegamos a un estrecho pasillo con tres celdas en cada lado y una parpadeante lámpara de luz blanca. He llegado a casa.
Mi celda es la segunda del lado izquierdo y para mi buena suerte estoy solo junto con el retrete y la larga banca de concreto que seguro me servirá como cama.
El detective me pide ponerme a contra la reja y revisa una última vez mis bolsillos así como que no porte cinturón o agujetas en mis zapatos algo que desde hacía un buen rato habían sido gentiles en retirar de mí.
—Te llamaremos más tarde para tu traslado- Dice el detective mientras me empuja a la celda y se retira sin decir nada más.
Ahí estábamos, mi soledad y yo o eso es lo que pensé hasta que escuché el golpeteo de los barrotes con algún objeto proviniendo de la celda siguiente a la mía.
-¡Hey! ¡Vecino!…-
Una voz grave y potente pero femenina. ¿Una mujer? Era curioso escuchar a una mujer aquí o quizá sería un cliché de que las mujeres no cometían delitos, la voz era bastante joven por lo que asumía podría tener mi edad
Me acerco a la orilla de la celda y sin asomar mi rostro tan solo respondo
—Eh…¿Hola?-
Escucho un par de aplausos venir del mismo lugar que la voz y después añade -¡Por fin compañía, llevamos un buen rato aquí, hay un gran revuelo aquí ¿No es así? Ni si quiera cuando nos trajeron aquí paso así ¿Qué hiciste?-
No confiaba mucho de confesar mis delitos a alguien que ni si quiera conocía su nombre así que manteniendo mis reservas respondo
—¿Si, verdad? Bueno…Ya sabes…Uno hace lo que puede para mantenerlos ocupados-
La mujer lanza una carcajada y profunda y tras aclarar su potente voz me dice
—Nosotras matamos a sus papás, bueno…Técnicamente si defines matar o asesinar, es complicado…Digo, tomar una escopeta y disparar…¿No es necesariamente un delito, verdad? Nosotras no tenemos la culpa de que ellos estuvieran ahí…Aunque…Puede que los hayamos visto antes de disparar, pero bueno…Hay vidas de más en este mundo, no es para tanto-
Su confesión de crímenes era un tanto escalofriante, pero debía mantenerme firme y parecer poco impresionado, no sabía que tan cruel podía ser este lugar, pero lo mejor era parecer indiferente.
-Cierto…¿Qué son solo unos disparos? ¿No? – Respondo con el más falso valor que mi garganta puede expulsar
La mujer se quedaría en silencio quizá dos o tres minutos y suponiendo que no hablaría mas comienzo a caminar de vuelta al fondo de la celda escucho de nuevo su voz
—¡NO ESTAS SIENDO HONESTO CON NOSOTRAS! ¡YA NO VAMOS A HABLAR CONTIGO!-
Y que mejor lo único que no quería hacer en esta noche era tener una charla con una psicópata asesina, a diferencia de mí yo tenía estilo y un motivo para lo que había hecho, ella sonaba descabellada y quizá hubiera hecho cosas aún peores así que ni si quiera pretendo me importe lo que dijo y me recuesto en la banca de piedra.
Cierro los ojos. Dormir parecía muy poco prometedor para la noche pero afortunadamente pude conciliar el sueño rápidamente, aunque quizá no debí hacerlo.
En mis sueños esta aquella noche desenfrenada en que todo sucedió, en como tontamente pensamos alcanzar el cielo, cuando lo único que estábamos haciendo era vivir en las nubes.