Kandy la saga -Episodio IV-
marzo 11, 2024
Kandy la saga -Episodio III-
marzo 12, 2024
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Más que nada en el mundo.

Este año ha sido uno de grandes retos para mí, he tenido la desgracia de perder amistades que atesoraba como si de mi familia se tratase y también me han roto el corazón un par de veces. Sin embargo, creo que lejos de tener miedo a encariñarme con las personas, siento que he entendido que cada persona tiene su momento en nuestras vidas y aunque hubiera querido que fuera más largo su tiempo junto a mí, se que vivimos lo que teníamos que vivir y que hay un por qué de a veces perder a las personas que amamos.

Fue así que quise inspirarme en una historia que hablara de que pasa con el amor que tenemos hacia las personas cuando se van de nuestras vidas, llámese amor de amistad, familia o de pareja. Esta historia va para todas aquellas que ya no están más en mi vida pero que quise con toda mi alma.

Gracias por compartir el viaje conmigo, ojalá se hubieran quedado más tiempo, pero sepan que los quise como nunca.

Con ustedes, mi cuento más emotivo. Disfruten el viaje.


All you need is love. Traducido al español significa “Todo lo que necesitas es amor”

Una frase y una canción que marcó mi vida desde la infancia y que explicaba perfectamente la relación entre mi mamá y yo.

Lamentablemente la relación entre mi mamá y yo fue tan corta de cómo quisiera que hubiese sido. La perdí cuando tenía 16 años y lo único que me quedó fue la desesperanza y la tristeza por haber perdido a mi mejor amiga y compañera de la vida.

Sin embargo, yo seguía amando la música que me enseñó. Fue así que un día mientras ponía un caset de “The Beatles” en nuestra vieja consola ocurrió algo sorprendente.

La voz de mi mamá me llamaba por las bocinas, asustada le respondí y descubrí que podíamos seguir hablando mientras girara la cinta de ese caset. Era un hecho que estaba muerta, ella misma me lo había confirmado y que se encontraba en un lugar de un infinito blanco dónde no había nadie más, cómo una especie de limbo.

Mí única reacción fue la de decirle que por que no buscábamos una manera o forma de traerla de vuelta a la vida, digo, si ya podíamos comunicarnos por el caset ¿Por qué no ir todavía más allá? Yo desde luego daría lo que fuera por el cariño tan grande que le tenía.

¿Pero cómo? La hechicería y la brujería moderna sonaban demasiado trillados para si quiera intentarlo, nadie que se llamara psíquico o espiritista había logrado algo así jamás.

Entonces una corazonada me llevó a investigar en las culturas prehispánicas y dentro de ellas descubrí algo increíble. Había existido una antigua cultura derivada de los mayas que habían migrado hacia Europa y habían migrado a nuestro país Mirabille, en el pequeño archipiélago llamado como El Nido; sin embargo, era más un mito que un hecho confirmado debido a que el lugar era conocido por ser una zona de inestabilidad atmosférica, lo que provocaba que barcos se hundieran en sus peligrosas aguas y las aeronaves perdieran el control o se averiaran y cayeran.

¿Pero y que tiene que ver con todo el asunto de tu madre me preguntarás? Pues que había una vieja leyenda perdida entre marinos de que esa cultura había logrado el secreto de la resurrección y la inmortalidad y que aquel que llegara a las entrañas de aquella civilización podría hacerse con estos secretos.

Y aquí estaba yo, parada a las orillas del puerto lista para embarcarme en una locura que podría costarme la vida, pero que, si a mis veintiséis años iba a morir, que fuera en el intento de devolverle la vida a mi madre.

Suspire y me lleve las manos a las mejillas mientras miraba a mi único guía de nombre Danich. Un joven de nariz aguileña, piel morena, abundante cabello largo y ojos almendrados.

—¿Tienes miedo?

-No. En lo absoluto, más bien estoy emocionada por saber de que se tratan esos legendarios secretos.

—La verdad es que no hubiera aceptado llevar a nadie más, noto la sinceridad y la honestidad en tu mirada. Cualquier otro se atrevería a lucrar con esto, sin embargo, tu lo estás haciendo por simple y verdadero amor.

-Sip. Daría lo que fuera por mi mamá en la vida y la muerte.

 —Me encanta tu determinación. Vamos, Nuestra embarcación está por aquí. Es algo muy pequeño así que nos veremos apretados, pero tienes mi palabra que daré mi vida en llevarte a El nido.

Lo único que no le había confesado a Danich era que yo podía hablar con mi mamá a través de reproducir aquella cinta. No podría poner en riesgo a mi madre y tampoco había contado a mi mamá que haría este viaje, sé que si le explicaba lo extremadamente difícil y peligroso que era hacer esto se negaría rotundamente y solo la preocuparía por haber emprendido tan difícil empresa.

Llegamos al barco, un pequeño catamarán con una larga vela blanca con azul y el nombre de “Lux” pinatado en un costado del casco. Subimos y de inmediato Danich comenzó a desanudar el ancla para hacernos a la mar.

Yo tan solo me recargue sobre la larga barandilla de metal que había hasta el frente y no me entrometí en las tareas de Danich. Apenas habíamos cruzado palabras un par de noches antes en un antiguo bar de marineros el cual era conocido por ser el punto de acaloradas reuniones entre capitanes y que era conocido por darse ratos durante los cuales narraban sus aventuras; fue así que entre la multitud encontré a Danich escribiendo sobre una vieja libreta y le pregunté si el sabía alguien que pudiera llegar a El Nido.

Le expliqué con toda sinceridad cual era mi propósito de ir allí y el acepto con la única condición de que no llevara a nadie más y darle el consentimiento de que si mi vida peligrara el no se haría en ningún momento cargo de mi vida, más prometia ayudarme hasta donde estuvieran sus posibilidades.

Zarpamos pasado el medio día entre una mar tranquila. No había una gran distancia entre el puerto de la ciudad y el archipiélago de El Nido, a según Danich si todo salía bien podríamos llegar a la zona de los arrecifes de El Nido antes del atardecer, sin embargo debido a lo cambiantes que eran las corrientes marinas, lo más seguro para poder llegar a las orillas de El Nido era utilizar una lancha inflable y remar hasta llegar a la playa.

Avanzamos en cierta calma durante todo el día y una vez el aire comenzó a tonarse más fuerte y violento Danich plegó la vela y arrojó la pesada ancla al mar

—Pues desde aquí toca remar. No hay más ¿Estás lista Catherine?

-A decir verdad no- Respondí riendo un poco nerviosa.

—No hay de que preocuparte, soy el único que ha llegado tres veces a las playas de El Nido, creo que puedo con esto.

Suspiré y lo mire sonreír enormemente mientras llevaba sus brazos a su delgado y largo cuerpo. Yo tan solo tomé la mochila que había preparado para explorar y pedí a Dios que no nos abandonara en esta fiera travesía.

Afortunadamente, en aquel extraño lugar en el que se encontraba mi madre no había una noción del tiempo y podía pasar días sin que ella lo percibiera así que me sentía tranquila de no preocuparla al estar ya a decenas de kilómetros lejos de mi hogar.

Mi corazón latía tan rápido que juraría en cualquier momento se volvería un zumbido en mis oídos de tan aprisa que iba. Mire una vez más mis pertenencias, envolví en varias bolsas plásticas un antiguo tocacintas que perteneció a mi mamá y respondí con un nervioso “Estoy lista”

Danich sacó del camarote una pesada bote de plástico que lanzó al mar y de inmediato comenzó a inflarse y una vez estuvo  totalmente inflada se arrojó al mar no antes de pedirme que le lanzara los remos en cuanto el estuviera en la lancha.

—Ahora arrojame tus cosas, prometo atraparlas— Gritó Danich

Llena de miedo lancé con todas mis fuerzas mi pesada mochila de viaje y el la atrapó con fuerza, para después pedirme que saltara al bote inflable y con mucho miedo me lancé.

Después de recuperarme de la dolorosa caída ambos comenzamos a remar. Yo jamás lo había hecho en mi vida y aunque me mantenía en forma apenas pasaron unos cuantos minutos ya me encontraba sudando a chorros al igual que Danich que no dejaba de esbozar una sonrisa en su rostro, me llenaba de curiosidad en que estaría pensando, no tenía miedo, podía notar que era un joven honesto igual que yo.

Ya cuando comenzamos a ver de cerca los imponentes y largos acantilados de El Nido, cómo si de algo sobrenatural se tratara las aguas comenzaron a agitarse y las olas se volvían más y más constantes haciendo que el pequeño bote se llenara de agua y nos hiciera casi imposible remar.

—¡Sigue remando Catherine! ¡El hecho de que esto este sucediendo significa que vamos por buen camino!— Dijo Danich tratando de tranquilizarme.

Continuamos remando solo algunos minutos antes de que una salvaje y fiera ola nos terminara volteando, me asusté muchísimo sin embargo Danich me gritaba que aferrara al bote y que pataleara con todas mis fuerzas en dirección a El Nido.

Empujé con mis piernas tan fuerte como pude sin embargo las corrientes a medida que avanzábamos se volvían más fuertes, tragaba bocanadas de agua salada y sentía cómo mi ropa y mi mochila me hacían sumamente torpe.

Una ola más nos golpeó y entonces sentí como si jalaran mis pies con una fuerza incontrolable. No podía nadar hacia arriba tan solo sentía como el agua se metía en mi nariz y boca, la corriente era helada y despiadada conmigo. Casi cuando estuve apunto de rendirme decidí hacer un enorme esfuerzo y quitando de mi espalda la mochila tan solo alcancé torpemente a meter la mano para rescatar el tocacintas de mi madre y entonces sentí cómo la mano de Danich me alcanzó y me jaló a toda velocidad hacia afuera.

—¡No te me puedes quedar amiga mía!- Dijo Danich al salir a la superficie.

Vomité agua por montones mientras tosía y Danich jalaba mis brazos hacia su espalda. —Déjame ayudarte un poco. Tan solo intenta nadar con todas tus fuerzas, te prometo que ya falta poco, no vamos a morir aquí—

Asentí mientras aún escupía el agua que había tragado y me agarraba con una mano a él y con otra el tocacintas portátil de mi madre.

Casi al borde del desmayo logramos llegar a una diminuta cueva entre el acantilado y Danich hábilmente me jaló para poder descansar.

Estaba tiritando, tenía muchísimo miedo, no solo había perdido mi mochila donde traía comida, ropa, agua y una tienda de campar si no que había perdido todas mis notas sobre aquella ancestral cultural.

—¿Te encuentras bien?— Dijo Danich quien se quitaba las botas y exprimia sus calcetines

—Eso creo…Pero, creo que deberíamos volver, perdí todas mis pertenencias, no tenemos ni idea de dónde estamos, esto fue una pésima idea Danich, te agradezco que hayas querido ayudarme, pero creo que lo mejor que podemos hacer por ahora es prender una fogata y hacer señales con el humo para que alguien intente rescatarnos.

Danich echó a reir y respondió —¿Después de esto tu crees que alguien va a venir a rescatarnos? Descuida, vamos a estar bien…

—¿Pero como estás tan seguro de eso? ¿Ya has estado tu aquí? Dime la verdad Danich, tengo mucho miedo— Le respondí mientras agitaba el tocacintas para sacar toda el agua que se le había metido.

—Tan solo es una corazonada…Ten fe en tu viaje, no te des por vencida ante la primera tempestad.

—Pero…

—Ah. Nada de peros, ya estamos aquí, en la isla a la cual las leyendas dicen que nadie puede llegar ¿No te parece maravilloso?

Tan solo guardé silencio y recé un poco para mitigar mi miedo, pedí a Dios y a mi mamá que me dieran la fuerza para encontrar aquello que tanto deseaba, que este viaje no me hiciera perder la vida.

Salimos de la cueva con cuidado y una vez llegamos a la playa ambos nos refugiamos bajo una palmera de cocos a los cuales Danich hábilmente trepó y tiró un par para después abrirlos al chocarlos contra unas rocas.

No desperdiciamos ni un trozo de aquellos cocos y saciamos nuestra sed. El sol comenzaba a ponerse y el frio de nuestras ropas heladas nos decía que no sería una noche fácil.

Danich me pidió que guardara energías y que iría en búsqueda de algo de yesca para hacer una fogata. Yo por lo mientras me senté en la arena y miré a nuestro alrededor. Era cierto que El Nido era un lugar virgen, no había ni un ápice de alguna civilización y tras un rato de insistir logré que el tocacintas portátil de mi madre volviera a girar. Astutamente previne que algo podía suceder y había metido en mis medias unos pequeños auriculares en forma de gota. El tan solo escuchar un segundo de aquella mágica cinta me devolvió el alma, pero fui cautelosa, las baterías no me durarían más que unas cuatro o cinco horas y una vez se agotaran no tendría forma de comunicarme con mi mamá.

Esa noche Danich me contó que su familia durante generaciones se ha preparado para cruzar el mar hasta llegar a El Nido y que el había sido el primero en lograrlo, que tenían mucho respeto por la encomienda de sus antepasados acerca de cuidad el archipiélago y de que su familia tenía una gran misión que emprender en algún día hacia este lugar.

Era admirable su historia, aquella noche todos mis miedos acerca de Danich desaparecieron y yo trate de corresponderle narrándole mi historia de vida.

La mañana siguiente comenzaríamos nuestro día comiendo más cocos y algunas bayas silvestres que Danich encontró. El decía que lo más probable es que encontraríamos los vestigios de aquella antigua civilización escalando hasta la punta de uno de los acantilados.

Avanzamos lenta pero firmemente; Danich improviso un báculo con una rama seca y abría el paso empujando las hierbas altas y los pastos de la espesa jungla dentro de la que nos encontrábamos. Para el atardecer logramos llegar a la cima de aquel difícil acantilado y observamos la majestuosidad de nuestro entorno.

El archipiélago estaba conformado por la isla mayor en la que nos encontrábamos y un montón de islas menores que apenas albergaban delgadas líneas de palmeras y árboles. Sin embargo no solo era la belleza de la naturaleza lo que nos deslumbraba, si no que en el centro de la isla en la que estábamos se emanaba un resplandor aguamarina sin igual. Ambos coincidimos en que ese era nuestro siguiente destino y tras improvisar una casa de campaña con algunas ramas y hojas de palmeras dormimos la segunda noche en aquel territorio tan extraordinario.

Descender del acantilado fue más sencillo que llegar arriba y una vez nos encontramos en la espesura de la selva. Danich continuo guiándome, era un hombre bastante curioso, a veces caminaba como si estuviera en algún estado de trance y durante horas no podía mencionar ni una sola palabra, tan solo era cómo si supiera que camino seguir.

Ya casi antes de llegar a dónde se encontraba aquel extraño resplandor, nos encontramos con un abundante campo de flores de Arequilios y llena de miedo le advertí a Danich quien se encontraba en ese especie de trance tan extraño

—Espera Danich ¿Qué no ves que estamos dirigiéndonos directo a las flores? ¿Qué no sabes que son altamente tóxicas?

Danich detuvo sus pasos de golpe y mirándome con aquella curiosa sonrisa me dijo

—Descuida ¿no te das cuenta que esto es parte de la prueba necesaria para llegar a el corazón de El Nido?

—Si pero todos en este mundo saben que respirar el polen de las flores contrae los bronquios, te hace alucinar, perder la orientación, vamos si hasta es utilizado para la pena capital en nuestro país. ¿De verdad quieres pasar? Yo sinceramente me niego a pasar por allí Danich.

Confiaba en él, hasta ahora no había fallado a su palabra, sin embargo esto era un suicidio, no podíamos arriesgar tanto, quería llegar al lugar de donde emanaba aquel resplandor, pero también estaba segura de que no tendríamos la suerte de volver a escapar con vida de las trampas que nos ponía este lugar.

Danich suspiró y quitándose su sucia camiseta la rasgó y me la ofrecio —Ten, amarrala sobre tu nariz y boca si eso te hace sentir más segura, pero mi corazón y me dicta que debemos de seguir por aquí.

La miré titubeante y tomando el trozo de tela lo mire. —Danich…Prométeme que no vamos a morir—

El rio un poco y poniendo su mano sobre mi hombre respondio —Nah, tranquila, fluye con este entorno ¿Cuándo volverás a ver toda esta majestuosidad? ¿No te das cuenta? Esta isla ya nos dio la bienvenida, si no quisiera que estuviéramos aquí habríamos muerto en el mar. Ten fe.

Caminamos entre el campo de flores purpuras, podía ver cómo el polen volaba entre nosotros. Yo contenía mi respiración lo más que podía mientras presionaba mis nudillos llena de miedo, caminaba casi pegada a la espalda desnuda de Danich quien parecía tranquilo y complacido de lo que hacía.

Cruzamos los extensos campos de flores y entonces, cómo si se tratara de un cuento de hadas, el enorme resplandor provenía de una enorme lápida de roca que estaba en el suelo, junto a ella había una improvisada palanca de madera la cual parecía podíamos accionar.

Danich se acercó y haciendo uso de toda su fuerza empujó la palanca la cual deslizó la enorme lapida que había dejando ver unas polvosas escaleras las cuales tenían incrustadas unas extrañas piedras que brillaban de aquel hermoso aguamarina.

 -Santo Dios…—Exclame mientras miraba estupefacta nuestro descubrimiento.

—Te lo dije Catherine. Este lugar nos estaba esperando ¿vamos? —  Respondió Danich.

 -Espera Danich. Tengo…Tengo que hacer algo ahora mismo—

Danich me miro curioso y asintió. Caminé algunos metros lejos de dónde se encontraba y entonces saqué el tocacintas, coloqué mis audífonos y comencé a reproducir.

—¿Mamá? ¿Puedes oírme? — Dije en voz baja

-Si Hija. ¿cómo has estado? ¿Te encuentras bien? Tu voz se escucha…temerosa-

—Eh…Si… Es tan solo que… Estoy… En un viaje… Ya sabes, quise huir del ruido de la ciudad.— Respondí esperando mi mamá creyera mis palabras

-Ay hija si a ti no te gusta ni el pasto, pero bueno… Es normal, también tuve tu edad e hice cosas muy aventuradas, me da gusto que hayas decidido salir con tus amigos, últimamente habías estado muy reservada.

—Oye mamá… Ya casi tengo que volver, pero ¿Sabes? Estoy haciendo lo mejor que puedo, me gustaría que te sintieras orgullosa de lo que estoy haciendo. Cuando esta aventura termine, me gustaría contarte muchas de las cosas que estoy viendo.

Mi mamá guardó silencio un momento y después con la voz más calmada que pudo me dijo —Hija, los padres siempre estamos orgullosos de nuestros hijos, desde el día en que nacen, no necesitas probarte nada ni a nadie, eres una mujer fuerte y responsable, me llena de curiosidad que te impulsó a emprender este viaje, pero, me alegro de que entre todas tus posesiones hayas decidido llevar algo para hablar conmigo, voy a rezar por que Dios guie tus pasos y vuelvas con bien a casa.

Las lágrimas brotaban de mis ojos fuertemente, mi mamá estaba alentándome sin saber que lo que estaba haciendo era encontrar una forma de tenerla de vuelta, si todo esto salía como esperaba, tenía fe de que volviéramos no solo dos, si no tres.

Volví a con Danich quien sin decirme nada se acercó a mi y me dio un abrazo. Confusa lo miré y le dije —¿Qué pasa? —

-Todos necesitamos un abrazo a veces. Tenías cara de necesitar uno. No tengas miedo, sea lo que sea que se encuentre al bajar aquellas escaleras lo descubriremos.

Afirmé y estreché la mano de Danich para infundirle valor. Ambos bajamos por aquellas resplandecientes escaleras. Un largo, estrecho y húmedo pasillo nos guio durante bastante tiempo, tan solo la luz de aquellas rocas resplandecientes nos iluminaba el camino.

Entonces llegamos a una enorme cámara llena de jeroglíficos y glifos que no comprendía y al fondo se miraba una cantidad de construcciones similares a las pirámides mayas, habían decenas de ellas pequeñas y grandes, todas iluminadas por aquellas extrañas rocas resplandecientes. De pronto una voz grave y misteriosa se escuchó dentro de mi cabeza.

“¿Qué buscas?”

Me asusté y grité fuertísimo haciendo un gran eco por toda la cámara en la que nos encontrábamos y Danich me miró

—¿Qué pasa?—

-¿No lo escuchaste? Esa voz, es espeluznante ¿Quién anda ahí?- Dije mientras me agachaba y miraba en todas direcciones.

“¿Qué buscas?”

—¡Basta! ¡Muéstrate! No tenemos malas intenciones tan solo estamos buscando algo que se dice imposible— Grité.

-Tranquila… Creo que más bien nos quieren guiar, yo también escuché aquella voz— Dijo Danich quien se acercaba a las paredes y miraba asombrado las representaciones tan extrañas que habían en los muros.

“¿Qué buscas?”

Intente tranquilizarme. Si Danich tenía razón debía ser valiente y decirle a aquella voz que era lo que buscaba, cual era la razón de haber llegado hasta aquí.

—Traer de vuelta a la persona que amo más que nada en el mundo.

Un terremoto cimbró la cámara. Arenillas caían de todos lados y la luz de la cámara se volvía más y más intensa ¿Había dado la respuesta equivocada?

“La respuesta que buscas yace en el interior de la única pirámide que encuentres abierta. Avanza a tu destino hija del hombre”

Dijo aquella voz misteriosa y una vez el terremoto se detuvo mire a Danich quien se miraba complacido de lo que acontecía —Vamos— comenté mientras daba unos pequeños pasos hacia la puerta de salida de la cámara.

—No. Esa es tú búsqueda. Es tu respuesta, no la mía…Creo que yo tengo algo más que hacer. Pero te vere aquí, confía en mi.

-Danich ¿Quién eres? ¿Por qué estás ayudándome? – Dije nerviosa

—Tan solo soy un joven marinero. La elegida fuiste tu…Eso está bien.

-Prométeme que vas a estar aquí cuando vuelva- Dije mientras volvía para darle un abrazo

—Seguro que sí.

Camine nerviosa hacia la salida de la cámara y apenas había puesto un pie afuera una pesada lapida impidió pudiera regresar. Ya no había marcha atrás, lo que sea que fuera a encontrar me esperaba en la pirámide que encontrara abierta.

Era un lugar inmenso, había decenas de pirámides sin embargo no podía ver ni una sola persona, aún tenía la duda de quien era aquella misteriosa voz que había hablado directamente a mis pensamientos, sin embargo, sentía algo muy extraño recorrer por todo mi cuerpo, algo que me indicaba que iba por el camino correcto.

Mi travesía fue muy curiosa pues una vez subía a la entrada de aquellas pirámides, siempre una pesada lapida caía impidiéndome entrar. Desconozco cuanto tiempo pasé allí, me dolían los pies y las rodillas de tanto subir y bajar, pero no pensaba darme por vencida, tenía que hallar aquella pirámide, no podía rendirme estando tan cerca de la respuesta a lo que había venido a buscar.

Así llegué a una pirámide la cual tenía unas hermosas petunias de color rosado en la base. Conocía esas flores, eran las favoritas de mi madre, de inmediato mi corazón dio un vuelco y subí corriendo lo más aprisa que pude para encontrar la cima y poder entrar.

Esta vez no se cerró frente a mi cara y respirando agitada mire al interior de la pirámide. Dentro había una especie de sarcófago el cual resplandecía con aquel misterioso color agua marina. Al acercarme a ver que había en su interior, aquella grave voz se dirigió de nuevo a mi

“Que esta cama sea tu morada. La respuesta que buscas la hallaras en el más profundo sueño que has tenido jamás”

—¿Cómo? ¿Pero que tengo que hacer? — Respondí confusa

Silencio.

—¿Hola? ¿Señor? Escuche, vengo buscando un artefacto que pueda volver a la vida a mi madre, daré lo que sea por que vuelva, lo prometo, no diré a nadie de este lugar jamás solo porfavor… Quiero volver a abrazar a mi mamá.

El azote de una lapida cerrando la entrada me tomó por sorpresa y asustada corrí a intentar empujarla pero fue en vano, estaba encerrada en este lugar. Temblaba de miedo, estaba genuinamente aterrada, pero no era un miedo cómo si alguien me fuera hacer algo malo, era el temor de estar frente a algo que jamás había vivido o experimentado.

Caminé nerviosa hasta aquel sarcófago y mirando en su interior encontré un precioso caliz de oro incrustado con toda clase de joyas, dentro de él había un pequeño charco de agua, armándome de valor lo tomé y bebí de golpe el agua.

Era el agua más deliciosa que había probado jamás era fresca y dulce. Entonces de inmediato sentí como si un mar de voces se escuchase dentro de mí, no podía soportarlo era ensordecedor, mi cuerpo se sentía débil y todo a mi alrededor daba vueltas a gran velocidad.

Cómo pude me arrojé dentro del sarcófago y entonces perdí el conocimiento.

“El objetivo de todo ser vivo es morir”

Dijo aquella voz mientras yo no podía ver nada. Estaba en una penumbra total.

—¿Estoy muerta? — Dije con miedo

Estas en un lugar más allá de la vida y la muerte. Estás en dónde estamos nosotros”

—No entiendo… ¿A que te refieres? Tan solo quiero traer de vuelta a mi mamá…Por favor aun no quiero morir.

“¿Por qué crees que tienes derecho a intervenir sobre el gran flujo vital del universo?

—Pero entonces ¿Por qué puedo hablar con mi mamá a través de la cinta? No entiendo nada, en verdad solo quiero una explicación, quiero una respuesta, quiero volver a abrazar a mi mamá ¿alguien de ustedes puede entender lo que se siente perder a la persona que te dio la vida? Desde que mamá falleció jamás ha vuelto a ser lo mismo…

“Si respondes a esta única pregunta. Te concederemos lo que más deseas”

—¡Si! ¡Adelante! Responderé lo que sea.

¿Qué es lo único que requieres para ser feliz?”

La respuesta estaba en aquella canción que tanto nos gustaba a mi mamá y a mí. Segura de lo que debía responder, le contesté —Todo lo que necesitas es amor—

Una luz blanca me deslumbro y entonces lo siguiente que pude ver fue a mi mamá. Se encontraba sentada sobre una cama a escasos metros de mí. De inmediato corrí hacia ella, me envolví en sus brazos, las lágrimas salían a borbotones de mis ojos, estaba aquí, podía respirar el olor de su cabello, sentir la suavidad de su piel, lo dulce de su voz llamándome por mi nombre una y otra vez.

—Te extrañé tanto mamá— Decía mientras acariciaba su rostro, sus manos y la abrazaba una y otra vez

-Ay hija, jamás imaginé que vendrías hasta aquí por mí-

—¿Entonces…también morí? Pero no aquella voz me pregunto y luego… Mamá busquemos la salida, si eso es, vamos hagámoslo pronto, sabes quiero presentarte a un amigo muy especial, fue quien me guio hasta aquí, seguro que podemos volver a salir de El Nido.

-¿¡El Nido?! Válgame el cielo, que haces en un lugar tan peligroso Catherine. Estoy un poco molesta contigo, siempre te he dicho que debes de cuidarte hija.

—No importa ya mamá. Ven vamos.

-Catherine…

—¿Qué pasa mamá? Anda vamos a buscar cómo salir de aquí.

-Es que yo no me puedo ir de aquí. De hecho, es posible que esta sea la última vez que hablemos

—¿Qué? No…Mamá yo no te puedo perder dos veces, por favor no me puedes hacer esto mamá. ¡Ayuda! ¡Alguien ayúdeme por favor! —

-Tranquila Catherine.

Escucha, no sabes cuanto me alegra que hayas hecho todo esto por mí, pero creo que es hora de que sigas tu vida. No sabes que feliz soy de poder despedirme de ti sabiendo todo lo que arriesgaste para volver a estar conmigo, pero no es necesario hija. Yo siempre voy a estar en tu corazón, así estemos alejadas por algo tan inalcanzable como la vida y la muerte, yo siempre estaré en tus recuerdos, en tu mente, en la mujer que eres hoy.

Mis lagrimas se desbordaban nuevamente por mis ojos mientras sentía cómo me comenzaba a desvanecer en un profundo sueño.

—No me quiero ir mamá… no me dejes otra vez…- Decía mientras sentía como mi mamá peinaba mi cabello detrás de mi oreja y me besaba mi frente.

-¿No crees que él merece descansar también?- Dijo mi mamá con el tono más suave posible

—¿De que hablas mami?

Señalando a mis espaldas, es que logro ver a Danich quien se ve tremendamente agotado sudando y jadeando recargándose sobre sus piernas

—¡Danich! ¿Qué te sucede? —

Entonces un flashback sucede en mi mente. Puedo ver a Danich arrastrándome por el mar mientras estoy inconsciente, después cargarme en su espalda subiendo por aquel acantilado por el cual subimos para encontrar esta ciudad oculta. Podía ver a Danich intoxicándose por el polen toxico de los Arequilios y finalmente llegar hasta esta pirámide dónde con sus últimas fuerzas vertió el contenido del cáliz en mi boca y cayó desmayado.

Corrí de los brazos de mi madre a sostener a Danich quien caía al suelo. Coloqué su cabeza sobre mis muslos y dando leves golpes sobre sus mejillas lo llamaba una y otra vez ¿Qué fue todo eso que había visto dentro de mis recuerdos?

—Déjalo descansar hija, este hombre ya ha hecho muchísimo por nosotras dos.

-Pero mamá… No entiendo, Si Danich se quedó atrás cuando…

Sentí un vuelco en el corazón, cuando la voz se presentó ante nosotros Danich había dicho que tenía algo más que hacer.

—Mamá ¿Qué le pasa a Danich? ¿Qué hacemos? — Dije mientras mi mamá se agachaba para acariciar mi mejilla tratando de tranquilizarme.

-Hija ¿No te das cuenta? Tu moriste ahogada desde que estaban en el mar. Este hombre llevo tu cuerpo sin vida todo este tiempo con la firme convicción de que pudieras llegar hasta aquí. Él sabía que trayéndote aquí podríamos reencontrarnos tú y yo.

—Pero cómo si jamás le conté cuales eran mis verdaderas intenciones, ni que tu y yo podíamos hablar.

-Por que esa es la encomienda que tenía nuestra familia por generaciones. Un día alguien llegaría a buscarnos tratando de traer de vuelta el amor más puro y aún si nos costaba la vida, debíamos traerla a la tumba del emperador y darle a beber de aquel cáliz – Respondió Danich.

—No Danich… No… Cuanto lo siento, de veras no quería… Yo…

Igual ya no importa. Igual perdí la vida… — Respondí abatida.

Tienes la oportunidad de volver al flujo de la vida a cambio, de este hombre y esta mujer ¿Cuál es tu decisión hija del hombre?”

Dijo aquella voz.

—Ya no sé…

Danich se levanta de mis piernas y extendiéndome su mano para levantarme me sonríe.

—Ya es hora Catherine, se te está haciendo tarde.

-Pero…Tu…Yo no puedo hacerte esto- Dije dubitativa

Mi madre extiende su mano para ayudarme a levantarme y reincorporándome ambos me abrazan.

“En el flujo de la vida y la muerte, cada ser tiene su tiempo y su momento. Puede ser décadas como el amor de tu madre o pueden ser instantes cómo la compañía de este valeroso joven. Has de entender que el amor viene de muchas maneras, a veces en forma de afecto, incluso en forma de una promesa hecha desde generaciones atrás. Lo que ambos están aceptando, es que el tiempo que tenían para brindarte aquel amor, ha concluido y se transformará a otro amor en un futuro”

—Entiendo…— Dije con lagrimas en los ojos. —Les prometo que honrare sus vidas, que no olvidaré lo que hicieron por mí.

Puedo ver como Danich y mi madre se alejan lentamente y yo pierdo el conocimiento. Para cuando abro los ojos me encuentro recostada dentro de aquel sarcófago. A los pies de este se encuentra Danich quien en verdad había perdido la vida.

Con cuidado lo jalé hasta dentro del sarcófago y besé su frente mientras le agradecía todo lo que había hecho por mí.

Caminé mis pasos de vuelta hacia aquellas escaleras y en cuanto puse un pie fuera, cómo por arte de magia me encontraba en el puerto de la ciudad, la única diferencia es que ahora tenía aquel bellísimo cáliz en mi mano derecha como único símbolo de aquella hermosa aventura el cual conservé por el resto de mi vida como símbolo del amor y el valor que puede tener una promesa para una persona.