Cuando tenía quince o dieciséis años, solía frecuentar toda clase de foros en internet dónde me gustaba leer historias de terror, romance, ciencia ficción y hasta eróticas.
Era un adolescente descubriendo el mundo de la literatura y los fanfiction de muchas cosas que me gustaban o me interesaban, fue así que un día terminé en un foro de una página española que me gustaba por tener historias interesantes de la gente o relatos de autores nóveles que probablemente muchos rondaban mi edad.
Una mañana de sábado recuerdo bien haber leído una de las historias que me cautivó más que nunca, era un relato de ciencia ficción con ciertos toques de erotismo y una narrativa impecable, recuerdo que lo leí por lo menos tres veces ¡Era genial!
La cantidad de comentarios y respuesta en aquel foro era abrumadora hacia la autora; elogiaban la forma de crear las situaciones y aquellos personajes tan característicos en un relato tan corto. Es una historia que se quedó tatuada en mi mente y mis pensamientos.
Pasó el tiempo y como mucho del contenido del principio del milenio desapareció sin dejar rastro, el foro se volvió menos popular y cerraron la pagina eliminando muchísimas joyas que sin lugar a dudas merecían un espacio en una librería o por lo menos en un compendio de cuentos.
Decidido a preservar mis memorias, decidí redactar dos de los que más me cautivaron y que aún danzan de vez en cuando mientras me encuentro imaginando cosas para escribir.
A ti querida autora desconocida de aquel foro; te doy las gracias por haber puesto frente a mí tu supremacía literaria, por haber hecho a un joven soñar y vibrar con energía al leer tu historia. Que sepas que esto lo hago como un homenaje para tí y tu increíble imaginación.
A ti querido amigo lector; te comparto a la manera más fiel de mis pensamientos, una historia que espero poder llenar aquellos zapatos tan grandes, haciendo una reinterpretación de aquel cuento, esperando que robe el aliento, como en algún momento, ella lo hizo conmigo.
Disfruta el viaje.
Amor A gotas
Estaba recostado sobre la cama, eran las 7:45 de la mañana. El timbre del teléfono me despertó; había dos cosas que nunca había soportado, que algún imbécil te despierte con una llamada telefónica y mirarme mucho tiempo en el espejo, pues mi padre siempre me dijo que mirarse en el espejo era para afeminados. De mala gana descolgué el teléfono respondiendo con una voz lenta y adormilada.
—¡Hola!— Dijo aquella familiar voz femenina y animada
Era Mili, mi vecina de departamento, desde hace 2 años siempre me había gustado, pero solo éramos amigos y salíamos cada fin de semana, buscando que hacer, éramos como los típicos mejores amigos de la infancia.
—Hola Mili, ¿nadie te ha enseñado que no llames por teléfono tan temprano?
—Discúlpame, pero la verdad es que tengo algo que contarte, saldré con Melecio, ¿recuerdas que te conté de él?, aquel tipo que iba al bar cada fin de semana, por fin Alejandra me presento con él y quedamos de salir en la tarde, cuando regrese de la cita quiero hablar contigo, así que ni pienses en dormirte temprano—.
—Claro, claro, ahora deja a los empresarios descansar que es muy temprano…—
—Eres un oso…no dejas de dormir— Refunfuñó.
—Si claro…nos vemos en la noche, y me contaras con señas y todo ¡eh! —
—Si, adiós—
Su manera de ser siempre me había cautivado, desde que llegué al edificio de departamentos, fue con la única que quise hablar.
Recuerdo la primera vez que la vi, estaba armando un escándalo en el patio común, borracha, con las zapatillas en la mano, peleando con su ex novio. Salí a mirar todo el alboroto y cuando todo el espectáculo termino, me miro enfada preguntándome si no merecía al menos un café como pago después de todo ese circo.
Era diferente de las demás, no se quedaba quieta, siempre iba por más, planeando cosas, y parlando sin parar, tanto que a veces incluso me desesperaba. Pero por eso la quería tanto. La verdad es que desde el principio había buscado algo más íntimo con ella, pero nunca habíamos llegado a más que unos besitos en las orillas de los labios y cuando se sentía feliz porque la aconsejaba, me daba pequeños besitos en la boca, pero siempre los sentenciaba diciendo:
“¿Qué bueno que tu nunca te fijarías en mi verdad? De otra forma, ni creas que estos besos estarían ahí”
Yo no decía nada, siempre me reía, pero por las noches, después de que se marchaba o regresábamos de algún lugar, era lo mismo, pensar en ella, suspirar un par de veces y dormir desangelado.
Tras suspirar y sacudir mis melancólicos pensamientos, me levante de la cama, me fume un cigarrillo y me di una ducha rápida. Me puse aquellos pantalones vaqueros que tanto me gustaban, y una camisa blanca, adoraba vestirme mal, así que me puse unos tenis y estaba completo.
Mi departamento era pequeño; mi habitación donde estaba mi computadora, sobre un escritorio viejo y pequeño de madera. Mi cama y a un lado estaba el baño. En otro cuarto estaba la sala de estar y una pequeña mesa que consideraba mi comedor, finalmente en otro pequeño cuarto la cocina.
Me dirigí a la cocina, encendí la cafetera y espere unos minutos para tomar un café con mucha azúcar; era sábado y gracias a dios no había trabajo, así que simplemente no tenía nada que hacer.
La mañana paso rápido y entre limpieza y escuchar jazz; dieron las 15:00 PM.
Aburrido.
Salí a caminar buscando alguna aburrida aventura para contarte por la noche; el edificio de departamentos tenía la ventaja de estar en una zona de clase media donde la gente no acostumbra a salir mucho, así que caminé a través de las calles hasta llegar al centro comercial, donde solo había lo habitual, tiendas de ropa y comida rápida.
Pase por esa cafetería donde a veces conversábamos sobre nuestra infancia y nuestras desgracias amorosas. Di vueltas alrededor de las tiendas, pero no compre nada, solo esperaba la noche; acostumbraba salir con dinero en la cartera, pues siempre prestaba atención a la ropa que miraba Mili en los aparadores y se los compraba para dárselos por sorpresa.
Salí de la plaza y me senté sobre una pequeña banca que había fuera de la plaza, miré las tiendas alrededor, no solía mirar por todos lados, pero estaba aburrido, estaban colocando un pequeño anuncio que decía
“Sustancias para ti. El amor, la pasión y algo más a la vuelta de la esquina”
Nunca creí en las charlatanerías de la gente acerca de conseguir el amor, por medio de astrología o cualquier clase de hechizo, pero la curiosidad me hizo caminar hacia ahí.
Al entrar, estaba casi vacía la tienda, algunas repisas en los muros tenían largos vitroleros con líquidos de todos los colores y una vieja mujer con ojos pequeños y largo pelo cano estaba detrás de un mostrador de madera.
En cuanto me vio la mujer, sus ojos esmeraldas se reflejaron en mí, su cabello blanco le daba un toque escalofriante que la hacía parecer como aquellas brujas de los cuentos de hadas.
—Hola apuesto joven, supongo que vienes por algo útil, ¿no es así? Lo puedo ver en tus ojos, el amor, el deseo, todo está en esa muchachita que tanto adoras y que pasas tanto tiempo con ella.
Extrañado por sus palabras le conteste
—Si claro…sabe la verdad no creo nada de esto, solo mato el tiempo por aquí—
Ella frunció el ceño y me dijo con voz imperiosa
—¡Claro que no! Es el propio destino quien te trajo a ti, anda, espera un segundo que te traigo lo que necesitas—
Ella no me dejo hablar y camino rápidamente a una puerta que había detrás del mostrador, entro y rápidamente regreso con un frasco que no era más grande que mi dedo pulgar. No se podía ver el contenido pues el envase era de color negro y estaba etiquetado con la palabra “Amoris”.
La puso en el mostrador y me dijo:
—Aquí está todo lo que necesitas, pero no es eterno, solo durara una noche o un día, tu elijes cuando ocuparlo, no es una droga, si ella siente algo por ti, se revelara y si no, simplemente no pasara nada, ¿Te arriesgas? —
Solté una pequeña risita y le dije:
—Supongo que ya no hay nada que perder, pero ¿Cuánto me costara esto? No parece tener mucho—
Ella de nuevo me miró fijamente y respondió:
—No es la cantidad lo que importa aquí, si no que esto es una sustancia totalmente pura, no se puede conseguir en ningún otro lado, te lo puedo asegurar, y hablando de precio…serian…$10,000—
—¿Qué? ¡Por este pequeño frasco $10,000!…y ni si quiera me asegura que funcione, no… no me interesa—
Ella con una mirada picara me dijo —¿Acaso tu chica no vale ni si quiera $10,000? Supongo que no la quieres tanto…—
No pude evitarlo, había jugado con mi orgullo, le respondí con firmeza y mientras metía mi mano a mi bolsillo para sacar el dinero
—Basta, basta… No juegue más conmigo, aquí va todo mi sueldo, supongo que sobreviviré de amor, si es que esto funciona y si no, me moriré de hambre por un par de semanas—
Puse el dinero en el mostrador y ella lo tomo con calma y sin contarlo se lo guardo y me dijo:
—Anda, vete ahora que tengo cosas que hacer, voy a cerrar la tienda por un rato, créeme esto va a funcionar, la sinceridad de tus ojos refleja toda la verdad—
Tome el pequeño frasco y me lo guarde en la bolsa de la camisa, ya eran las 20:00 PM, había gastado todo mi tiempo y dinero, no tenía más que esperar.
Regrese rápido al departamento y lleno de emoción como un niño pequeño, entre y encendí la radio, escuche un rato operas y justo a la mitad de “Carmina Burana” se escuchó el golpeteo en la puerta, eran las 23:32PM, debías ser ella regresando de tu cita, preparado para escucharla abrí la puerta, la mire y me sentí en la gloria.
Tu figura delgada, ese cabello castaño, tus ojos color marrón, esos labios delgados y que definían esa boca pequeña y esa nariz respingada que claramente se veía que eras una creación perfecta de dios. Vestías esa blusa escotada que solo usabas cuando ibas a citas y ese pantalón estrecho que hacía que todos te miraran con una lujuria asquerosa.
Me miraste y me dijiste
—¿Qué, quieres que platiquemos hoy en tu puerta? Por mi esta bien ¡eh!—
Me sonroje un poco y te señale el pequeño sillón que había en mi sala de estar, caminaste rápidamente y te dejaste caer en el sillón con pesadez recostándote para contarme tu larga historia, cerré la puerta y me puse en otro sillón más pequeño, te mire y te dije:
—¿Pues que paso? Por tu reacción no parece que fue una buena cita, ni si quiera vienes despeinada—
Te tiraste a reír un poco y comenzaste con ese tono de voz que significaba que ibas a comenzar a hablar por un rato.
—¡Nada!, el tipo este es un imbécil, creí que él era de esos típicos hombres alocados que siempre quieren impresionarnos con algún detalle o con alguna aventura, algo original, fuera de serie, pero el tarado resulto no ser más que un típico galán que quiere toquetear.
Resulta que lo vi. En el parque del distrito, ¿sabes dónde no? pues llego y ni si quiera traía un regalo para mí, me saludo y comenzamos a caminar, inmediatamente a los 5 minutos decía que me amaba y que se moría por estar conmigo ¡imagínate! De locura, pues a la media hora, me llevo en un taxi a un bar muy extraño y me ordeno una cerveza. Que asco yo nunca podría tomar cerveza, el tomo su cerveza y comenzó a acercarse a mi para besarme y yo me aleje de él, luego intento tocarme la pierna y yo no soporte más y me salí corriendo, claro, sin olvidar que lo insulte hasta que me harte—
Era una historia breve y me surgían mil preguntas así que comencé:
—Pero esto parece muy breve, ¿Qué hiciste lo demás del tiempo?—
Ella sonrió y me dijo:
—Pues me fui al cine y me fui a tomar un café para olvidar el mal día. Ya sabes como soy, por cierto, tengo sed, ¿no piensas ofrecerme algo de tomar? —
Me levante y te pregunte lo habitual:
—¿Quieres un vaso de agua, café o una margarita? —
Reíste un poco y me dijiste burlonamente
—Lo de siempre, mi querido barman, un café bien cargado con mucha azúcar—
Caminé a la cocina y encendí la cafetera, tú por otra parte encendiste la TV y mirabas un programa de comedia extranjera, estaba a punto de llevarte el café tras unos minutos cuando recordé el pequeño frasco que había comprado por la tarde.
Lo tomé de mi bolsillo y lo destape, asombrado mire que apenas estaba llenado a una ínfima parte de su capacidad, asustado como un criminal cometiendo el más peligroso de los robos mire a todos lados, eran apenas unas cuantas gotas para una salpicar un poco la taza de café.
Miré durante algunos segundos el contenido mientras temblaban mis manos y mi corazón casi saltaba de la emoción por mi garganta, y presionando con todas mis fuerzas el frasco para exhalar mi emoción esparcí lo poco del frasco en tu taza de café. Mire curioso como se diluían sin dejar rastro, con un dejo de ilusión suspiré, eran apenas unas cuantas gotas de amor.
Volví cuidadoso de no tirar ni una pequeña gota en el trayecto y te di tu taza de café, inmediatamente comenzaste a beber y esperando una reacción instantánea, fije mi mirada en ti y de forma natural extrañada me miraste de vuelta.
—¿Qué? Ah, por cierto, ¿Que marca de café usaste esta vez? esta delicioso, nunca había probado algo igual—
Sonreí y un poco nervioso te dije:
—Es mi secreto, así como tu secreto de conseguir tantas citas a veces—
Tras 20 minutos, te levantaste y te acercaste hacia mí, me miraste con curiosidad, y me dijiste con una voz algo extraña:
—Sabes…nunca te había visto con detenimiento, tienes unos ojos hermosos, y tu boca está muy bien delineada—
Sentí un escalofrió recorrer mi espalda y me quedé callado.
—Eh….gracias…¿supongo?
Proseguiste, ahora un poco más cerca de mí
—Sabes, tú eres como las mujeres queremos, alguien que nos sepa escuchar, que se preocupe por nosotros, nos aconseje y que sea gracioso, eres realmente un ángel, eres el hombre perfecto de cualquier mujer, no entiendo por qué nadie te quiere—
Sentí miedo y mis manos se ponían frías diciéndome que la adrenalina corría por mis venas recordándome mi pequeño pecado.
Me tomaste de las manos y me jalaste hacia ti, yo apenado me aleje un poco y con una voz provocativa me dijiste.
—Vamos, abrázame, la verdad es que… me siento extrañamente atraída hacia ti desde hace tiempo, pero yo creí que nunca íbamos a tener algo, pero me estoy volviendo loca, es la verdad, ya no puedo ocultarlo, te adoro y quiero que seamos algo más, vamos…dame una oportunidad, sé que tú eres diferente, hoy en la cita no dejaba de pensar en ti, quería que hubieras sido tú quien estuviera ahí y no ese tonto engreído—
No podía creer lo que mis oídos escuchaban y sin decir nada, mis brazos te rodearon confusos, tratando de atraparte en un instante y que te quedaras conmigo, sabía que era sincero lo que decías, lo sentías, y yo sentía esa inmensa alegría dentro de mí que rebozaba hasta casi el éxtasis.
Me besaste y todo sucedió tan rápido, nuestras figuras se correspondían creando aquel ambiente de ensueño que solo sucede una vez, caímos en el sofá y nos besamos con pasión desenfrenada. Tras unos minutos, tú me arrancaste la camisa violentamente y yo te bese más intensamente, fuimos despojándonos de nuestras ropas hasta que quedamos desnudos uno frente al otro y mirándonos con amor, fundimos nuestros cuerpos, dando satisfacción a nuestro deseo que se encontraba ocupando nuestra mente. Tiempo después todo había terminado, y nos mirábamos como si fuera el último momento que nos viéramos, te abracé y te dije al oído:
—Solo quiero que sepas que te amo, que esto apenas son solo unas cuantas gotas de amor de todo el que tengo para ti—
Cerré los ojos y percibiendo el aroma dulce de tu cabello tras unos minutos caí en ese profundo sueño que garantizaba que estaba despierto y que no alucinaba en un hermoso sueño.
Desperté y mire a mi alrededor, te habías ido, como un loco te busque por mi apartamento sin éxito alguno, tome el teléfono y te llame a tu teléfono móvil sin respuesta alguna. Trate de tranquilizarme y tome una ducha, aun las imágenes de la noche recorrían mi pensamiento.
Me vestí rápidamente y salí, toqué tu departamento y parecía que tampoco estabas, pero conociéndote tal vez habías decidido ir por algo suculento para el almuerzo o simplemente a correr por el parque.
Angustiado, recordé que las gotas se habían acabado ¿Y si cuando volviera a verte no recordabas nada? ¿O ya no me amabas? No podría vivir con la desdicha y la tristeza de saber que todo fue un sueño de una noche de verano, tenía que preguntarle a aquella misteriosa bruja como hacer que el efecto durara por siempre, o me provea de manera vitalicia aquellas gotas mágicas que habían despertado de aquel letargo tu anhelado amor.
Corrí hasta la pequeña tienda donde compré mi felicidad. Al llegar, admire con horror mi tragedia. El anuncio de la tienda se estaba quitando, corrí y le pregunte al hombre que lo quitaba que había sucedido, me dijo que la mujer que trabajaba ahí, tuvo que retirarse de emergencia hacia otro país y que simplemente guardo todo y se fue, nadie sabía nada más.
Camine por el parque mientras me sentí fracasado, sin ánimo, camine hacia el centro comercial a mirar el día pasar, pensando en mi fortuna ¿Habría comprado un amor en gotas? ¿O sería el inicio de mis gotas de amor?