La promesa del mundo
marzo 12, 2024
Un homenaje.
marzo 12, 2024
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Un viaje experimental

Dentro de mis géneros literarios y en general de cultura se encuentra la ciencia ficción, los viajes en el tiempo, el pensar en un futuro moderno e increíble lejano a todo lo conocido me parece sencillamente irresistible. Hace unos años, decidí incursionar en un cuento que fuera meramente ciencia ficción, algo que tele transportara al lector e incluso a mi a todo lo irreal y fantástico y que tuviera una pizca de mis raíces mexicanas.

El resultado es una historia a la cual le tengo cariño excepcional pues fue un reto el crearla y detallarla. Las comparto con ustedes deseándoles un feliz viaje y que todos un día podamos llegar a ese “sexto sol”.

El sexto sol

Mire a Danich dar un ultimo trago a la pequeña cantimplora de cuero que llevaba y la última gota escurría de su comisura derecha pasando por su barbilla y terminando en su agitada manzana de Adán.

– ¿Qué? – Dice Danich con esa voz floja mientras mira el horizonte

-Nada…Solo pensaba en como todo fluye- Respondí mientras lo miraba limpiarse aquella gota estancada en su cuello. El amanecer comenzaba a asomarse de entre los altos arboles que rodeaban la zona arqueológica en la que nos encontrábamos.

– ¿Lo dices por el sol? – Responde de nuevo Danich quien toma el artefacto entre sus manos y estira sus brazos para ponerlo a contra luz.

-No; creo que a todo el universo; el tiempo, el aire, la vida… ¿no lo crees? – Respondo mientras encojo mis piernas y las abrazo.

Estábamos en la punta de la construcción. Danich odiaba que las llamáramos pirámides, decía que era como generalizar que todos los orientales eran chinos o que todos los de piel morena eran latinos. Era curioso; Danich era un errante latino con una coleta y ojos almendrados. Normalmente lo llamaban vago, hippie, pero desde que yo lo conocí en ese mercado me pareció más bien un enigma.

Yo, era una mujer pálida, hija de dos lusitanos que por azares del destino acabé en esta parte del mundo, ni si quiera yo entendía cómo o por qué, pero en este amanecer sabía que era el momento indicado para estar aquí.

-Piensas demasiado Marbella. Quizá no deberías de encontrarle significado a las cosas. ¿no acabas de decir que todo fluye? –

Danich sigue girando el artefacto de un lado a otro, lo encontramos mientras deambulábamos por la noche aquí, teníamos la costumbre de explorar las zonas prohibidas para maravillarnos y hacer nuestras propias historias de lo que un día pasó aquí, sin embargo, hoy fue distinto. Mientras avanzábamos entre las excavaciones fue como si algo nos llamara, los dos caminamos al mismo punto y encontramos ese objeto. Era una mezcla de obsidiana y jade, sería demasiado complejo describir su figura, pero tenía un par de pequeños orificios y no era más largo que una palma de la mano.

La vibra hoy era distinta, el sudor y la humedad que escurría por nuestros cuerpos no importaba, ver el naranja amanecer entre la selva y las siluetas negras de las aves comenzando a volar era como una conexión distinta a la vida, como si hubiéramos viajado en el tiempo a un momento en que la tierra fue inmaculada, donde no había nada en que pensar.

-Ja…- Ríe un poco Danich -No importa cuanto lo mires siempre es diferente; es el mismo y a la vez distinto, un mismo sol, pero a la vez diferente, el mismo viento, pero soplando en diferente dirección-

Las palabras de Danich resonaron en mi mente cómo un volcán en erupción. Tomé de sus manos el artefacto y sin apartar la mirada de este respondí

-Claro…Entonces para eso es el artefacto…Para que todo sea diferente-

Danich sonríe un instante y con una voz más baja responde -Podría ser…Un interesante concepto, ningún libro o códice hace mención de algo así-

Yo no podía dejar de sentir el artefacto, era como si me transmitiera algo y entonces, colocando parte del primer agujero que tenía lo coloco sobre mi ojo izquierdo tal como si fuera un catalejo y siento como si hubiera hecho aquel salto en la cascada del Ángel. Mis oídos se tapan, mi respiración se corta y por mi ojo izquierdo puedo ver cómo el sol se torna azul, las aves se transforman en seres multicolores que danzan libres y veloces ¿Qué es este lugar? Los pastos, los árboles incluso ni si quiera estoy en la construcción dónde estaba hace un instante, pero no tengo miedo.

-Marbella ¿estás bien? – Es lo siguiente que escuchan mis oídos al momento que todo se apaga y enciende para volver de nuevo a la cúspide de dónde estábamos Danich y yo.

-Danich…Tu ojo… ¿Qué le paso? – Respondo preocupada al mirarlo – ¿De qué hablas? Creo que deberíamos bajar, ten, limpia tu boca-

¿Mi boca? ¿Qué había de su ojo? Su pupila era dorada y era como si hubieran colocado alrededor de su párpado un trozo de una de las máscaras antiguas lleno de piedras y rocas cristalizadas de color verde y dorado.

Un sabor a hierro inunda mi lengua, Danich toma mi barbilla y con el pañuelo que traía normalmente en el brazo amarrado limpia mi boca. Mi sangre escurría de mi boca, puedo ver la genuina preocupación de Danich, no era normal si quiera verlo atender a alguien. Aparto su mano de mi con calma y escupo un poco a mi costado izquierdo. -Estoy bien…solo…olvídalo-

Descendimos con precaución mientras yo aún trataba de figurar lo que acababa de ver, mi cuerpo saltaba a momentos y me sentía más fría de lo normal. Ya en el basto campo del asentamiento Danich me señaló que fuéramos a uno de los árboles a descansar en su sombra. Aún tenía el artefacto en mis manos y ambos en silencio solo escuchando el canto de las aves y el viento.

¿Qué vi? ¿Qué era ese lugar? Era cómo si hubiera visto algo más ¿Era el pasado? ¿El futuro? ¿Otro universo?

-Deberías recostarte en el hostal e ir a un médico. Aún tengo algunas hojas que nos dio Remedios en nuestro último viaje si las quieres- Dice Danich 

Niego con la cabeza y miro de nuevo a Danich, su rostro sigue igual, adornado y sin decir nada acerco mi mano a su parpado, podía sentir los pequeños fragmentos de roca, era fría y lisa, aún de que era un evento increíble no tenía miedo. Me sentía maravillada.

Danich no me detiene, sabía que confiaba en mí y después de pasar mis dedos índice y medio por su rostro tan solo dice -Eres afortunada… No se lo que estás pasando, pero… Si necesitas algo estaré donde siempre-

Tras decir esto Danich se levanta y sacudiendo un poco sus pantaloncillos solo escucho sus pasos sobre el pasto. Algo en mí se sentía distinto, era como si mi vista fuera más aguda, podía tocar el viento, oler los colores, si abría la boca juraba podría saborear la luz. Mis sentidos estaban totalmente desorganizados, pero no tenía miedo. Por primera vez tenía una sensación extraña.

Danich acostumbraba a masticar hojas de yerba para sentirse más en trance con el pasado, pero jamás me aventure a intentarlo, sin embargo, esta experiencia ultra normal era algo que seguramente no tenía que ver con un estado alterado de la conciencia. No se cuanto tiempo permanecí aquí, percibí la vida pasar tanto como si fueran milenios y a la vez segundos.

Una vibración en mi cuerpo me indicó que debía levantarme y volver. Como una voz interior, un lenguaje que no conocía, pero entendía. Obedecí sin decir más.

El pueblo estaba a media hora. Danich y yo solíamos llegar en bicicleta y dejarlas amarradas a un árbol mediano de flores amarillas. Para cuando llegué solo estaba la mía como era de esperarse. Monté la bicicleta y tomé la angosta carretera.

El viento soplaba débilmente, normalmente sentiría el calor junto a la fuerte humedad de la selva, pero hoy era distinto. Mientras pedaleaba miraba el horizonte y de pronto como un difuminado, en un parpadeo escuchaba las burbujas debajo del agua. Estaba aún en la bicicleta, pero era como si pedaleara bajo esta, los árboles se agitaban suavemente con la corriente. Era extraño, podía ver los peces pasando alrededor de mí, pequeños, blancos, rojos, azules, era una experiencia surrealista.

Ya ni si quiera miraba el camino. Flui con este nuevo universo, ojalá Danich pudiera ver esto, se sentiría maravillado.

Un chasquido metálico me devolvió. Era el llavero que portaba, pese a que me quedaba en un hostal tenía un pequeño armario para dejar mis cosas y una cadena para la bicicleta. Estaba frente al hostal ¿cómo llegué aquí?

Siento mi blusa pegada a mi cuerpo y un líquido tibio. ¿Qué era esto? Era como un gel aguamarina. Lo toco con mi mano derecha y mientras desciendo de la bicicleta me miro, estoy cubierta de esto en casi todo mi cuerpo excepto mi rostro y mi cabello.

Desconcertada entro al Hostal, no miro a nadie, no importa un solo humano en este instante, no sé qué pasa, pero es algo que no puedo evitar sentir. Busco mi pequeña maleta donde guardo mis ropas y me quito la blusa empapada, así como los shorts. Tomo la toalla con la que suelo secar mi cuerpo después de ducharme y esta vez la uso para intentar quitar aquella sustancia, pero es en vano, es como si no la tocara nada.

El artefacto está sobre la cama ¿Cuándo llegó ahí? Siento el instinto de colocarlo de nuevo sobre mi ojo. Partículas de luz pasan entre mí, hay una densa niebla en el horizonte, al fondo puedo ver una antigua ciudad, el cielo está oscurecido y las estrellas brillan de una manera inimaginable, sin embargo, al final de donde mi vista alcanza hay un gran rayo de luz amarillo iluminando de una forma enigmática todo. ¿En dónde estoy?

-¿Por qué estás aquí?- Dice una voz que no podría describir si es de un hombre o mujer

-No lo sé…- Respondo mientras un escalofrío recorre mi cuerpo

– ¿Entonces por qué no te marchas?

-No, en realidad…Me…Gusta mucho…- Digo mientras doy un par de pasos. Entonces me doy cuenta que estoy descalza. Una pequeña hormiga transita por mi pie izquierdo haciéndome cosquillas con sus patas diminutas.

– ¿Es tu tiempo? ¿O es tu lugar?

Antes de que pueda responder a la misteriosa voz soy devuelta de golpe a mi cama en dónde incluso reboto sobre el colchón un momento. El aire se siente pesado, sin embargo, la única prueba de que no estoy alucinando es que mis dedos tienen tierra en sus comisuras.

Me coloco una blusa que ni si quiera me detengo a observar y sin sacudir mis pies coloco unas sandalias que tenía bajo la cama.

Es raro, no hay gente, escucho solo el ambiente, algunos perros ladrando en la lejanía, las aves y las ramas de los árboles agitándose de un lado a otro.

No sé qué hora es, pero puedo ver que ha comenzado a atardecer, camino entre las empinadas calles, se que estoy buscando algo, pero no estoy muy segura.

Mientras camino un golpe de aire me empuja al cielo y puedo ver de nuevo los peces, libres, flotando como si lo hicieran en el agua. Miro hacia abajo pero no logro ver más que nubes blancas. Tan solo un pequeño impulso de mis hombros me hace avanzar en el largo horizonte y lo que pareciera una estrella fugaz se cruza frente a mis ojos.

-¿A dónde vas? ¿Estás fluyendo en el universo correcto? -Dice la voz misteriosa que escuché hacía momentos antes

-Es que no importa…No hay un flujo correcto, tan solo importa seguir fluyendo…- Respondo mientras cierro los ojos y me dejo llevar por esta enigmática levitación.

– ¿Recuerdas quién eres?

¿Quién soy? Abro los ojos y no logro ver mi cuerpo, mis manos, nada, solo hay aire y el azulado horizonte. ¿Qué fui? ¿Qué seré? Mi memoria no logra descifrar quien soy. Tan solo un vago recuerdo llega a mí. Un ojo cubierto por una máscara de piedras. Un hombre, un humano… No, yo no era él. Mi reflexión me regresa de golpe a la tierra y mientras escucho el ruido de una estruendosa trompeta estoy sentada en una banca de hierro en el centro de la ciudad. Hay una botella plástica con agua en mi mano derecha. Quito la tapa y bebo un sorbo de ella. Me siento extraña, puedo sentir el agua fluir dentro de mí.

– ¿Qué está pasando? – Murmuro mientras suspiro y miro a mi alrededor. Es entonces que me doy cuenta, mi piel se ve con manchas propias de la edad, mis brazos están arrugados y mis piernas son flácidas y con poca tonalidad. Este no es mi cuerpo. Me levanto y siento como si tuviese una pesada lápida en mi espalda. Con dificultad camino hacia un auto que está estacionado frente de mí y al mirarme en el reflejo de uno de los cristales noto mi semblante, se que soy yo, pero mi cuerpo se ha avejentado tanto que si no estuviera consciente pensaría que soy otra persona. Entonces comprendo la pregunta ¿Recuerdo quien era?

-No…Creo que ya no…

Un repiqueo de una campana suena y mi cuerpo se cimbra por completo, me sacudo y cierro los ojos un instante. Al abrirlos puedo ver a aquel hombre con la mascara sobre su ojo izquierdo. Esta bebiendo agua. Estamos sobre una pirámide o un antiguo vestigio. Mi horizonte ahora está formado por los peces que nadan por doquier y las aves que nadan y a su vez vuelan mientras cazan algunos peces voladores.

– No importa cuánto lo mires siempre es diferente; es el mismo y a la vez distinto, un mismo sol, pero a la vez diferente, el mismo viento, pero soplando en diferente dirección- Dice el hombre con la máscara en su rostro.

-Hazlo- Dice la voz

Me levanto, miro al hombre quien me sonríe y mientras desprende de alrededor de su ojo la máscara me deja ver su piel morena. Se pone a mi lado y mientras permanecemos en el último peldaño me dice.

-Tu tienes la llave. Abre la puerta-

¿La llave? Siento en mi mano derecha el calor de algo, la miro y encuentro aquel artefacto. Confusa miro al hombre y recuerdo su nombre. Danich.

-Danich…- Digo en voz baja

-No…No es necesario hablar- Dice él mientras con sumo cuidado coloca la máscara alrededor de mi ojo la cual se adhiere y puedo sentir una vibración por todo mi cuerpo. Extiendo mi mano con el artefacto a Danich quien solo sonríe y de forma increíble puedo escuchar su voz en mi mente.

-Lo comprendiste…Que la llave era comprender que no somos uno, que todos estamos conectados, que sin ti no existo yo y que, sin mí, no existes tú. Bienvenida

Siento como tira Danich de mi brazo y comenzamos a caer, sin embargo, no tocamos el suelo, escucho cómo atravesamos el viento como cuando me convertí en él, después el golpe de caer en el agua, puedo sentir mi cuerpo hundirse mientras mi cuerpo comienza a desvanecerse. Tan solo siento la mano de Danich y finalmente. El suave calor de la luz me envuelve cegándome completamente.

Mi mente siente una paz que no había sentido jamás. Puedo ver de nuevo, estoy otra vez en este maravilloso y desconocido lugar. Río un momento mientras admiro mi alrededor, estoy de nuevo aquí pero, sé que esta vez, será mi nuevo hogar.