Dentro de mis gustos musicales siempre ha estado el rock, el metal y la música alternativa. Desde niño tuve una gran admiración por las bandas locales de la ciudad y en la libertad que expresaban mientras interpretaban. Ya conforme crecí aprendi a tocar la guitarra e incluso con mis amigos tuvimos una banda de rock que apenas duraría un par de veranos jejeje =P
Mientras estaba buscando algunos recursos para mis próximas historias se me ocurrió poner varios videos de mis bandas favoritas y apareció uno que me pareció excepcionalmente grandioso que fue el de metallica presentándose en la entrega de los premios Grammys. Fue así que nació la inspiración para el siguiente relato que espero de todo corazón sea tanto de su agrado como fue el mío escribirlo. ¿cuéntenme, hay alguna banda, grupo o artista que los haya inspirado para algo? Estaré fascinado de leerlo en los comentarios.
Sin más que añadir los dejo con esta apasionante historia.
Disfruten el viaje.
Para mí el verte la primera vez fue una experiencia más allá de las palabras. Estabas allí sentada generando una revolución en los oídos de todos y todas las que estábamos allí, tu mirada desafiante y tu cabello rebelde alborotándose por los aires me deslumbro mientras dominabas la batería de una forma que jamás había visto en mis tiernos 18 años; fue amor a primera vez.
Con cierto miedo me acerqué a el grupo de amigos dónde estabas tu compartiendo algunas cervezas, era una fiesta adolescente como muchas, pero para mí era como si hubiera todo hubiera cambiado sea noche.
—Hola. Te dije con ternura mientras veía tu outfit.
Unas medias desgarradas, unos pantalones cortos encima de color negro, una blusa escotada negra, ese collar de pinchos que gritaba tu actitud y tus hermosos cabellos teñidos con algunos mechones rubios. Tu cara era tan linda, llena de pecas, ese labial oscuro y las sombras toscas en tus ojos te volvían la viva imagen de una estrella de rock.
Me sonreíste y me devolviste un hola seguido de un beso en la mejilla —¿cómo te llamas?— te pregunté ilusionada.
“Luna”
El nombre te quedaba increíble y es que brillabas como tal. Esperando no parecer rara comencé a preguntarte cómo habías aprendido a tocar la batería de una forma tan increíble y tan solo me contaste que toda la vida a ti te había gustado pensar en ritmos. Era claro que habías nacido con un talento natural.
Pasaríamos conservando toda la noche y después de varios tragos, antes de despedirnos me diste un besito en la boca para después reírte y dejarme flechada diciéndome que te tenías que ir. Intercambiamos teléfonos y nos despedimos.
A la tarde siguiente nos vimos en la casa de mis padres y ya en mi habitación recuerdo que te tumbaste sobre la cama mientras hacías bombas con una goma de mascar y mirabas todo a mi alrededor.
—Entonces… ¿tu tocas la guitarra? — Recuerdo tu pregunta con duda.
-Si…Aunque creo que no estoy a tu nivel- Te dije con modestia
—No recuerdo haberte preguntado cual era tu nivel— Dijiste mientras te reías y abrías la ventana para lanzar la goma de mascar y sacar un cigarrillo de tus pantalones y encenderlo. Estaría en problemas con mis padres después por el olor pero no me importaba.
Así, te mostré lo que podía hacer cantando y tocando con la guitarra tocando el solo de “Welcome to the jungle” y tu tan solo comenzaste a reír diciendo
—Woooow…Entonces creo que nos vamos a llevar muy bien.
Y así fue. Ambas fundamos la banda de las Metal Queens; invitamos a una amiga tuya para tocar el bajo llamada Johanna y yo llame a otra amiga guitarrista llamada Hayley. Lo demás fue historia.
Tu decidiste salir de la banda donde tocabas haciendo covers de otros grupos de heavy metal y comenzamos a crear nuestras propias canciones.
Hicimos un EP a los apenas 3 meses y nuestra popularidad se disparó por tu brillantez en los escenarios. Te adueñabas de la batería, eras capaz de hacer solos con una sola mano, te levantabas del banquillo y hacías gritar al público que poco a poco se fue haciendo más grande pasando de las fiestas a los pequeños bares de la ciudad y posteriormente a ser teloneras de otras bandas locales.
Recuerdo la emoción de todas el primer día que escuchamos una de nuestras canciones en una estación de radio dónde solían transmitir rock y metal. Para mí el éxito estaba en lo que creábamos las dos, siempre había un momento donde tú y yo interactuábamos, dónde nos mirábamos, donde todo explotaba y el público se daba cuenta que entre tú y yo no solo había música, también había amor y el amor no solo era entre tú y yo. Era el amor entre la música y nosotras.
Jamás disfrazamos nuestra relación; abiertamente gritamos al mundo que nos amábamos y pese a las críticas de ser lesbianas tocando heavy metal, tú siempre tenías las agallas de levantar tu voz y poner a todo mundo en su lugar si nos miraban mal.
Eran los principios de los noventas, era una época en la que llegamos a ser quienes abrían los shows para bandas como Metallica, Guns N’ Roses y muchos más. Salimos en incontables revistas y nuestros discos se vendían por miles. Dimos giras alrededor de países de Europa y América. Estábamos cumpliendo el sueño y todas nos veíamos en el idilio de lo que muchos otros grupos atesoraban.
Un verano tras una larga gira, regresaría a casa de mis padres para pasar tiempo junta a ellos y mientras el aroma de mi habitación solitaria me acompañaba a descansar pensaba en lo maravilloso que era que todo saliera tan bien. Tenía al amor de mi vida acompañándome a todos lados, podíamos crear música, todas éramos felices.
A las casi once de la noche tocaste la puerta de la casa y mi madre me gritó
—¡María! ¡Luna está aquí afuera, dice que si puedes bajar un momento!
Me sorprendí y al asomarme por la ventana te vi y tan solo te grité que ya salía.
Ya en la puerta te miré con una sonrisa picarona y mostrándome la mano que tenías oculta en la espalda me entregaste una rosa teñida de color azul. La tome y te di un beso y te abrace -Gracias, pero… ¿Qué pasa? Es un poco tarde ¿quieres pasar?
—No gracias — Respondiste. —Mejor vamos al parque, quiero platicarte algo que se me ocurrió—
Afirme y las dos caminamos de la mano al parque. Nos sentamos y mirando el cielo nocturno más bello que nos podría ofrecer el mundo me tomaste de la mano y me dijiste:
—Vámonos.
-¿a qué te refieres? ¿te incomoda algo del parque? ¿pasa algo?- Te respondí confundida
—No tonta…De aquí. Vamos a desaparecer del mundo ….¿no estás cansada de todo esto? Llevamos… no sé….4 o 5 años sin parar ¿no te gustaría tener una vida más tranquila? ¿Hacer algo más que pararte frente un montón de extraños y gritar?—
Tu respuesta me golpeo como un rayo ¿No estabas siendo feliz?
—Pero… por qué me dices esto ahorita justo cuando venimos de una gira super exitosa. ¡Hemos compartido el escenario con los dioses del metal y el rock, las entrevistas! ¿no te parece maravilloso lo que hemos creado?—
-Es que María, yo jamás pensé en todo esto, para mí la magia estaba en lo que hacíamos tú y yo y ahora… me siento… sucia cuando todo mundo nos ve.
Mi amor, no es que te esté dejando de amar, ni a la música pero siento que nos están robando lo nuestro…Pero… Mira ya lo pensé durante mucho tiempo y ¿por qué no nos vamos a México? Me contaron de un pueblo super pequeño dónde podemos alejarnos de todo el mundo. Tenemos el dinero para hacerlo ¿Qué dices?
La conversación terminó diciéndote que tenía que pensarlo, que no podía tomar una decisión sin consultar a las demás, ellas también eran parte de esto y tenían que decidir el futuro de la banda. Me acompañaste a casa y tomándome de las manos me diste un gran abrazo y me repetiste lo mucho que me amabas y yo también a ti.
La mañana siguiente te marchaste sin dejar rastro. No hubo una carta, nadie supo a dónde te habías ido, te busqué en el lugar de México a dónde me dijiste que te querías ir. Incluso la policía activó una alerta de búsqueda pese a que no éramos bien recibidas por el gobierno por nuestro activismo a la comunidad lésbica.
Desapareciste de la faz de la tierra. Estaba segura que no te había pasado nada, te conocía muy bien. Te habías ido porque no había aceptado tu propuesta.
Nuestra banda entro en un hiato, sin Luna no éramos nada. no teníamos la fuerza, a mí me faltaba mi alma gemela, me faltaba la motivación para subirme al escenario. Johana y Hayley intentaron animarme, siempre se comportaron como unas hermanas conmigo, pero para mí el hecho de que tú te fueras fue tan devastador como si hubiera perdido ambos brazos y la voz para hacer mi trabajo.
¿Ya cuanto hacía que no sabía de ti? Quizá cuatro o cinco años. Me refugié en la casa de mis padres en dónde no salía para nada, evitaba la prensa amarillista quien constantemente estaba fuera de mi casa intentando hacer fotografías de mi imagen que cada día se apagaba más y más sin ti.
Una tarde el teléfono sonó. Mi madre sabía que cualquier llamada para mí que no fuera de las chicas estaba terminantemente prohibida, sin embargo, esa tarde mi madre me pidió que atendiera el teléfono.
Era nuestro productor, estábamos siendo invitadas por parte de los premios Grammy como grupo emblema para la comunidad homosexual.
De inmediato eché a reír —Mikel. ¿Si sabes que Luna se fue verdad? Que tiene años que me dejó…Que mal chiste sería tocar sin ella y además…Ya ni si quiera se si sigo siendo pareja de ella… O ella mía…
Hubo un silencio durante varios segundos y Mikel contestó —¿Y si te dijera que Luna va estar presente?
Mi corazón se detuvo. —¿Qué dijiste? —
Mikel me explica que Luna se había comunicado con él hacía un par de meses para decirle que iniciaría una carrera como solista, que quería que todo fuera sin presiones de las disqueras ni de los productores.
Mis lagrimas se escurrían por mis mejillas mientras presionaba la bocina del teléfono con todas mis fuerzas.
—¿Maria? ¿Estás ahí? Mira sé que no puede ser fácil, pero…Preséntense, las cosas en la música están cambiando y yo siempre he creído en ustedes. Dale una oportunidad de nuevo a la música en tu vida. Si Luna decidió que quiere hacer algo diferente, déjala… Pero no detengas tu vida por ella. Johana y Hayley están de acuerdo si tú lo estás, incluso…me he tomado el atrevimiento de buscar otra chica que…podría tocar la batería si tu así quieres.
Por un instante quise lanzar el teléfono contra el piso furiosa. Tan solo miraba a mi madre quien estaba sentada preocupada mirándome desde la sala y pensaba una y otra vez.
—Pero entonces… Luna ¿solo estará en el público? —
-Así parece. Estará como invitada de honor por su trayectoria, pero…De antemano me dijo que no piensa hacer nada con las Metal Queens.
Sentí tanta tristeza y coraje que apenas y podía pensar sin embargo hubo algo en mi interior que se encendió como una llama y tan solo di un seco —¿Cuánto tiempo tenemos?—
Apenas tendríamos poco menos de un mes de acuerdo a lo que dice Mikel y acordamos una cita para el día siguiente en dónde nos presentará a la nueva baterista.
Llegaría al ensayo con unas enormes gafas negras derivado de haber llorado toda la noche. Ver a Johana y a Hayley en un estudio fue una experiencia muy conmovedora al instante.
Entonces allí estaba, sentada en un sofá. Tímida, pálida como un fantasma y con los cabellos negros tan lacios y oscuros que parecía venía de un set de terror.
Mikel nos presenta a Soledad, una virtuosa del colegio de música de Mirabille y reconocida por su talento. Ella sonríe tímidamente, agradeciéndonos por ser una inspiración en su carrera. Yo tan solo me sentí como si me hubiera hablado en otro idioma, me sentía incomoda, cómo si esta chica se interpusiera en mis pensamientos.
Conectamos los amplificadores, los pedales y todo nuestro equipo, saqué mi vieja Jackson que me había regalado Luna en un cumpleaños y la afine. La primera canción fue como si todas las notas se amontonaran de golpe en mí cabeza.
Así continuamos, me sentía forzada, pero sentía un dolor y un coraje que quería sacarlo mínimo a través de la música. Nadie mencionó el nombre de Luna esos días de ensayo.
Soledad por su parte era como si quisiera hundirse bajo el banquillo, tocaba como si fuera una máquina, no fallaba en ningún golpe a los platillos o los bombos, pero carecía de espíritu. Yo solo veía al fantasma de Luna tras la batería.
Así llegó la mañana de la premiación. Aquella noche no dormí un carajo, tenía tantas cosas en mi cabeza que no podía procesarlo, no quería ver a Luna, no sabría qué hacer si la veía, no estaba lista para nada que tuviera que ver con el amor de mi vida.
Recuerdo que el llamado a camerinos fue cinco horas antes y no teníamos oportunidad de hacer ensayos ni soundchecks, teníamos que salir a tocar como debíamos y yo no estaba lista. Mi mente divagaba, y había recurrido a un par de cervezas para intentar calmar mi ansiedad.
Ahí estábamos las cuatro. Johana y Hayley se miraban impacientes y preocupadas mientras apenas conversábamos. Soledad tan solo estaba ahí sentada escuchando música con un walkman mirando al suelo.
Tocaron la puerta. Abrí. Era Mikel —Salen en 15 minutos— Todas asentimos.
Suspiré. Me miré en uno de los enormes espejos que había y retoqué mi maquillaje y llamé a las chicas.
Las tres se acercaron y poniendo mi mano en el centro les dije —Después de esto…no hay más Metal Queens lo siento no puedo seguir…Pero regalémosle al mundo lo mejor de la última actuación de lo que sabemos hacer—
Johana y Hayley suspiraron con una mirada triste y se quedaron en silencio. Soledad se mantuvo en silencio.
Caminamos juntas por un largo pasillo lleno de extraños que iban y venían. Yo tan solo me sentía acorralada, como un toro de lidia a punto de saltar al ruedo para ser acribillada. Escuchaba el vitoreo de la multitud afuera. Mikel nos indica que debemos permanecer a un lado de las cortinas.
Entonces escucho una voz llamar a todo el público.
“Damas y caballeros. A continuación tenemos a quien están transformando el mundo con su música y que sin miedo al qué dirán muestra públicamente que…El amor es amor. Con ustedes un fuerte aplauso a nuestra primera solista abiertamente lesbiana ¡les presentamos a Luna!”
Mi corazón se partió en mil pedazos mientras miraba del otro lado del escenario entrar corriendo a Luna quien se había transformado completamente y vestía unas holgadas ropas. Había rapado su cabello completamente y no usaba una sola gota de maquillaje.
Le di un puñetazo directo a la nariz a Mikel mientras Hayley y Johana me jalaban de no hacer un escándalo mientras la interpretación de Luna seguía
—¡Tu lo sabías! ¡Tu sabías que se iba a presentar! ¡Nos trajiste a ser parte de un circo! —
Mikel se limpia la sangre del rostro mientras me dice
—Es que…Era la única forma de apoyar a las dos. Las dos merecen todo. Son grandes estrellas. ¡Tu María! ¡mírate, estás en llamas! siempre lo estuviste y por el otro lado Luna… Encontró otro lado que nadie conoce. Las dos merecen ser felices a su manera, yo quería ayudar a las dos—
-Eres un cobarde mentiroso…- Murmullo mientras lo suelto y Johana y Hayley intentan tranquilizarme.
Entonces Soledad, con sus ojos llenos de determinación, se acerca a mí, me toma por los hombros y me abraza. Podía sentir su apoyo incondicional y la admiración que sentía por nosotras.
—Yo jamás he fingido ser Luna…Pero estos días han sido un sueño para mí. Tocar con mis ídolas, verlas convivir y aún que creo que te estoy viendo en tu fase más oscura, creo que eres la mujer más fuerte que he conocido así que déjame demostrarte que si pudiste brillar bajo la Luna. Puedes brillar aún mucho más bajo el sol.
La interpretación de Luna terminó. La gente la adora, sigue siendo tan natural y exitosa cómo la primera vez que la vi y yo me siento una niña a un lado de una gigante. El presentador le da un reconocimiento por su trayectoria musical y entonces las luces se apagan y una pantalla comienza a proyectar cómo el heavy metal se ha popularizado desde los 80s y ha ganado difusión hasta llegar a nuestra historia. Era nuestro momento.
Recuerdo la primera vez que Luna y yo tocamos juntas, éramos adolescentes y compartíamos un sueño común de conquistar el mundo con nuestra música. En aquel entonces, nuestra conexión era tan fuerte que sentíamos que nada podía separarnos. La euforia de esos días de ensayo en el garaje de mis padres y nuestra promesa de apoyarnos mutuamente en cada paso del camino ahora parecen un recuerdo lejano.
Mientras observo a Luna, me doy cuenta de que, a pesar de todo el éxito que ha alcanzado, hay un atisbo de tristeza en sus ojos cuando mira hacia mí y a nuestras compañeras de banda. Aunque ahora siga su propio camino, su corazón sigue atado a nosotras y a la música que solíamos crear juntas. Esa conexión compartida, combinada con mi amor por ella, hace que me sienta dividida entre la lealtad a las Metal Queens y la necesidad de reconciliarme con Luna en este mismo instante.
Entramos a escena. Hay un auditorio lleno de personas mil veces más populares que nosotras. Estoy al centro, Hayley a mi izquierda y Johana a mi derecha. Comenzamos a tocar nuestra canción más popular, la cual destacaba un solo de guitarra y uno de batería, fruto de una colaboración entre Luna y yo.
Los reflectores me ciegan, me siento como si tuviera cien cuerdas en mis brazos, apenas y puedo tocar el intro. Toco nota por nota, pero mis manos tiemblan. Miro a mis compañeras quienes se notan tan nerviosas como yo frente a un público tan feroz, no sentía que podía llenar los zapatos que había dejado Luna.
Mi mente viaja a aquella noche, después de uno de nuestros conciertos más exitosos, cuando las tensiones entre Luna y yo comenzaron a surgir. Estábamos en el camerino, discutiendo sobre el rumbo que queríamos tomar como banda para nuestro siguiente disco. Luna deseaba explorar nuevas direcciones musicales y temáticas, mientras que yo insistía en mantenernos fieles a nuestras raíces. Aquella discusión marcó el comienzo de un cambio en nuestra relación y, sin darnos cuenta, también en nuestras vidas.
Pasaron varios segundos mientras cantaba el estribillo. Sin mirar a nadie, me centré en las cámaras, pero no me moví mucho del micrófono. Pude ver a Johana y Hayley, igual de nerviosas que yo, pero decididas a darlo todo en nuestra última presentación juntas.
La canción toma velocidad, se acerca el primer coro y Johana es la primera en hacer algo fuera de lo que habíamos ensayado repitiendo el coro conmigo. Ella no cantaba, sin embargo, estaba ahí junto a mí y hace un par de pasos rockeros para infundirme valor.
Miro a Hayley y asiente; entonces lo entiendo. No había una segunda oportunidad para las Metal Queens. Me infundo de valor, es así que la canción llega a la parte del solo de guitarra y decido que esto se acabó.
Este era mi momento, no era el de Luna. El de Luna acababa de pasar, era hora de demostrar que las Metal Queens éramos cuatro y que había una baterista que nadie conocía y había tenido el valor de subirse a un escenario del tamaño de los Grammys para estar cumpliendo el sueño de tocar junto a sus ídolas.
Subo a uno de los amplificadores y hago gritar a la guitarra tan pronto como puedo, cada bending de las cuerdas, la rapidez de mis manos deslizándose, agito mi cabeza y doy el mejor performance de mi vida mientras doy un salto para acercarme al micrófono y gritar con la voz más potente de mi alma.
—¡Y con ustedes… ¡El sol!—
Entonces el solo de batería estalla con una brutalidad que no podía describirse. En Soledad no escuchaba la despreocupación y libertad de Luna, en ella escuchaba pasión, sufrimiento, horas de ensayos en la escuela, miraba como atraía las miradas de todos los espectadores quienes se quedaba atónitos ante el performance tan grande.
La canción llega a su final en el cual todas tocábamos con gran velocidad y yo decía el coro final y decido dar la estocada final lanzando la guitarra por los aires y atrapándola por el mástil mientras respiraba frenética mirando a la cámara que tenía al frente.
El aplauso del público fue ensordecedor, como nunca antes lo había escuchado. Grandes figuras de la música subieron al escenario para abrazarnos y alzar nuestros brazos, celebrando nuestro triunfo.
Tomando el micrófono con las manos temblando solo dije —Gracias—
Luna corre frente a mí y poniendo sus manos en forma de un rezo se pone de rodillas y luego me pide el micrófono. Nadie sabe que está pasando. Ni si quiera yo.
—Esta mujer…Se llama María. Y Ellas son las Metal Queens. Esta mujer es el amor de mi vida, pero…yo no estuve a su nivel y ahora me queda claro que jamás lo estaré. Si un día sienten que la persona que aman se está alejando de ustedes porque es más exitosa o más talentosa díganlo a tiempo, porque yo no supe hacerlo…Sin embargo mírenlas…Y mírenla a ella.
Después de la confesión de Luna en el escenario, el auditorio queda en silencio por un momento. Todas nos miramos entre sí, compartiendo miradas de sorpresa, alivio y una pizca de tristeza. A pesar de la tensión, hay un entendimiento mutuo de que el momento es único e irrepetible.
Le extiendo la mano a Luna par que se levante y la abrazo para después pedirle que me permita el micrófono, gran parte de los artistas que se acercaron al micrófono se han hecho a un lado para observar lo que sucede.
Miles de momentos bellos y tristes pasan en mi mente.
—Luna…—Digo mientras siento como las lágrimas comienzan a escapar —Tu siempre serás parte de mi vida y de las Metal Queens. Te agradezco por todo lo que nos has enseñado y lo que logramos juntas…Pero ahora debemos seguir adelante y encontrar nuestro propio camino. Así como tú has encontrado el tuyo.
El público estalla en aplausos mientras Luna me abraza y comienza a llorar. Hayley y Johana se unen también al abrazo mostrando que las Metal Queens estamos más vivas que nunca pese a las dificultades.
Una vez terminado nuestro momento volvemos a los camerinos dónde apenas podemos conversar de todo lo que ha sucedido. Aunque no hay resentimientos, el ambiente es agridulce ya que ninguna de nosotras esperaba que esto sucediera. Ofrecí una disculpa a Mikel por el golpe, ya que me dejé llevar por el cúmulo de emociones en mi interior y por otro lado Soledad se veía contenta.
Johana y Hayley comienzan a bromear con Soledad acerca de su actuación para aligerar el ambiente y ya que nos relajábamos tocan a la puerta y abro para mirar a Luna quien se ve con una expresión sumamente avergonzada.
La invitamos a pasar; ella también fue parte de esta noche a final de cuenta. Conversamos un rato las cinco y tras desearnos lo mejor, se despide prometiendo mantenerse en contacto con todas nosotras.
Las Metal Queens continuaríamos nuestro camino y la historia entre Luna y yo pasaría a la historia de la música para siempre.